Vídeo: Redacción | Foto:Telemadrid
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Fijaron su centro de operaciones en tres cementerios de Madrid y allí cometían sus robos. Todo les valía: los adornos de las sepulturas, las coronas de flores, los marcos de las vitrinas y cuando con eso no era suficiente, atracaban a los ancianos que acudían al camposanto y desvalijaban los coches del aparcamiento. Hasta que fueron pillados in fraganti.