El comentario de Félix Madero 18.09.2018
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Cada noche, Félix Madero se despide de El Enfoque con una mirada muy personal a lo pequeño. Un detalle o una historia anónima.
Esta noche nos ha hablado de una historia. Un paseante que todos los días ve a un hombre en el mismo lugar y a la misma hora en un rincón de Madrid.
Una persona aseada, que no pide ni dice nada, pero que siempre está ahí. Con un papel y un bolígrafo en la mano. El paseante se fija: pasa una persona, abre el papel y escribe.
El paseante no sabe bien que beneficio saca ese hombre de todo eso, pero se da cuenta de algo. De lo poco que se fija el resto de la gente en las cosas que nos rodean, porque siempre vamos con prisas. De lo poco que hacemos las cosas por el simple de hecho de que nos gustan, y con las cuales no vamos a sacar ningún beneficio.
Un día el paseante paso por ese rincón y el hombre no estaba, y sintió que le faltaba algo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que igual, ese hombre, era una especia de “sabio” que se reía de la vida o de todas las personas que pasan por ese lugar, sin molestar a nadie.
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