El Megahit: Objetivo, La Casa Blanca
Un ex agente del Servicio Secreto debe rescatar al presidente tras un ataque contra la Casa Blanca
Gerard Butler es el gran protagonista junto a Aaron Eckhart y Morgan Freeman
Recuperando el espíritu del entretenimiento por el entretenimiento, del jolgorio por lo trepidante, que caracterizó el cine de los 80 y 90, el director Antoine Fuqua, maestro del género desde que debutó a lo grande en la legendaria “Training Day”, por la que el amigo Denzel ganó un Oscar, va a poner en serios apuros a un presidente estadounidense a un hoyuelo pegado , Aaron Eckhart, le va a buscar un salvador envasado al vacío a la altura de su cargo, Gerard Butler, y va a colocar al frente de las grandes decisiones al tipo más sensato que conocemos, Morgan Freeman, para que un comando de terroristas norcoreanos no arrase las tierras del país más poderoso del mundo haciendo detonar todo su aparataje nuclear.
Para lograrlo, el primer objetivo es la Casa Blanca, donde viven y trabajan los que se saben las contraseñas que va a sufrir las consecuencias de un agresivo despliegue increíblemente sincronizado. Por eso, el famoso edificio va a ser acribillado desde el aire, asaltado por tierra y bombardeado como si no hubiese un mañana. Pero no todo está perdido. Hay todo un héroe infiltrado en su interior. Un antiguo guardaespaldas de la primera familia, apartado del servicio y desacreditado por pura y simple mala suerte, que se mueve por allí a la velocidad del rayo, conocedor de cada recoveco, y al que no se le pone nada por delante; más bien teniendo en cuenta el reguero de cadáveres que va dejando detrás, 168 hemos contado, lo que está claro es que se sabe por donde ha pasado.
Objetivo, la Casa Blanca, es el ejemplo perfecto de cómo utilizar unos efectos visuales de primera, generados por ordenador, de la manera más brillante, creativa y eficaz posible. No se filmó un solo plano en el lugar del título. Se construyó el primer piso, en un páramo de Bossier City, en Louisiana, y la cibernética hizo el resto, añadiendo los pisos superiores y los alrededores donde cuanto ocurre es emocionante, espectacular y tremendo. La película fue un éxito tan enorme que ya se han rodado dos secuelas con los mismos mimbres, y hay previsto hacer tres más. Al frente, Gerard Butler, actor que dice de sí mismo que hay poco de sutil en su personalidad, seguro que no nos habíamos dado cuenta, está tan de moda que tiene abiertas tres franquicias: la de los objetivos, la de los ladrones de guante con lamparones, a los que tiene enfilados, y la de la familia que trata de sobrevivir a un apocalipsis de proporciones épicas.
Este ex abogado escocés poseedor de la tableta de chocolate más comentada de los últimos tiempos ya se hizo notar cuando midió fuerzas con Angelina Jolie en la secuela de las aventuras de Lara Croft, o cuando le prestó voz y misterio al “Fantasma de la Opera” de Lloyd Webber versión cine. Ahora, aterrizando en los 40 parece decidido a aprovechar el momento. Igual le da una de tiros y golfería, que una de acción a la que no le falte detalle o una comedia romántica que deje bien claro porque a ellas les rechifla tanto. Anduvo esposado a Jennifer Aniston, que le añadió a su muestrario de guapos y grandotes, del que curiosamente sus maridos son la excepción, y sus andanzas por la Casa Blanca, salvando lo salvable, le han devuelto al mundo de los megahits, por donde camina como si fuera su casa.
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