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(Actualizado

La primera mención específica de la presencia de los vikingos en la península ibérica sitúa su llegada en el año 844, cuando los historiadores árabes citan que hormigueaban sus navíos en las costas como pájaros marinos rojinegros. Los Annales Complutenses, del siglo XVII, hacen referencia a un desembarco cerca de Gijón realizado ese año por vikingos que habían llegado en 54 naves y que subieron después por la cercana ría de Arosa.

Más tarde, Ramiro I de Asturias les venció en La Coruña. De allí, la flota atacó las ciudades de Lisboa, Cádiz y Sevilla, todas ellas bajo el control de los omeyas del Emirato de Córdoba.

En 858, tras saquear Algeciras, Orihuela y las islas Baleares, establecen un base invernal en la Camarga, al Sur de Francia, desde donde saquean a Arlés y Nimes y suben por el río Ebro, y sus afluentes, para atacar a Pamplona, cogiendo prisionero al rey García I Íñiguez (859), liberándolo tras el pago de un importante rescate.