Hasta el apuntador
En la plaza de la Villahay una plaquita que nos recuerda que Enrique IV de Castilla fue el gran benefactor de Madrid. Le otorgó el título de Noble y leal villa. Ese título con el que los madrileños nos tiramos el pisto. Enrique IV ha pasado a la Historia como el Impotente.
La cosa del mote fue más o menos así: siendo príncipe se casó con Blanca de Navarra. Según la costumbre castellana, la consumación del matrimonio tenía lugar en presencia de jueces, eclesiásticos, regidores, caballeros y hasta un apuntador y comentaristas… Los testigos daban cumplido testimonio de la “nobleza” de la novia y del buen oficio del novio. Al final, entre el respetable público asistente, el frío de la madrugada y los padrenuestros que rezaba el señor arzobispo, allí presente, Enrique quiso quedar bien, y no pudo. Le dio pánico escénico y gatillazo al canto. Pobre hombre, eso le pasa a cualquiera.
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