El caso de Isabel Elbal Moreno marcó un antes y un después en la jurisprudencia española
Redacción
Isabel Elbal Moreno pasó 18 años de su vida trabajando como limpiadora a tiempo parcial en una comunidad de propietarios. Su jornada laboral se limitaba a cuatro horas semanales porque "era la única forma de sacar a mi familia adelante". Pero, al cumplir 66 años y solicitar su pensión, algo falló.
Las fórmulas proporcionales de la ley adjudicaban a Isabel solo tres años cotizados. La Seguridad Social le denegó la prestación por no reunir el periodo mínimo legal de 15 años de afiliación para percibirla.
Lo que suponía que tendría que trabajar 100 años para acreditar la carencia mínima que le permitiera el acceso a una pensión de jubilación de 112,93 euros al mes, según un juzgado de Barcelona.
UNA SENTENCIA CON RAZÓN DE GÉNERO
Corría el año 2006 e Isabel consideraba que el suyo era un caso de "desigualdad de género". Nada le detuvo hasta que el 22 de noviembre de 2012, el juez le dio la razón y consideró que dicha normativa vulneraba el principio de igualdad recogido en la Constitución.
En la sentencia, el juez exponía "la posible discriminación indirecta por razón de sexo, pues el contrato a tiempo parcial es una institución que afecta de hecho predominantemente al sexo femenino".
La realidad es que el caso de Isabel marcó un antes y un después. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que la normativa española sobre pensiones discriminaba a los trabajadores a tiempo parcial y propició el cambio en nuestra legislación.
A pesar del cambio en la normativa, La discriminación laboral por razón de género sigue existiendo en la actualidad. Si analizamos los datos sobre empleados a tiempo parcial, la inmensa mayoría son mujeres.
Además, según el informe de UGT en el que se analizan la desigualdad salarial en la Comunidad de Madrid, los sectores donde tradicionalmente se concentran las mujeres presentan salarios inferiores.
Una brecha salarial que se traspasa hasta las pensiones. Las mujeres pensionistas cobran, como media, un 31,5% menos que los hombres.