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Tijera en mano y con la maestría que solo dan los muchos años de experiencia. Los esquiladores son el primer paso de una cadena de un largo trabajo artesanal, que permite obtener la lana, uno de los materiales que más se ha utilizado a la hora de elaborar textiles y vestimentas.

Un oficio que corre el riesgo de desaparecer por la falta de relevo generacional, pero que ellos mantienen vivo en Zarzalejo, uno de los pocos lugares donde todavía, no solo existe esta tradición sino que la han modernizado.

Francisco tiene 400 ovejas de las razas churras rubias del Molar, raza autóctona de Madrid en peligro de extinción. Todo un arte convertido en tradición.