Visitamos al último espartero de Madrid
Juan dejó la informática para relevar a su padre en el negocio familiar del esparto
Hubo un tiempo en que el esparto, también llamado atocha, abundaba en la zona que hoy lleva su nombre. Con él se fabricaban la mayoría de los utensilios presentes en una cocina y, aunque los tiempos han cambiado, aún resiste este oficio.
Nuestra compañera Estefanía Masó se ha ido al madrileño barrio de La Latina para conocer a Juan Sánchez, el último espartero de Madrid. Aquí regente una espartería tradicional que abrió sus puertas por primera vez en 1927.
Muchos lugares de la capital todavía conservan el nombre de Atocha, lugares en los que antiguamente crecía o se cultivaba esparto. “Puerta de Atocha se llama así por la gran cantidad de esparto que entraba por ese lugar”, nos cuenta Juan.
“Algo de vidrio que no estuviera forrado ni protegido era arriesgado que se rompiera continuamente. Al mojar este forrado, además, hacía el efecto del botijo”, explica el espartero.
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