Carismático, pragmático y temperamental, al ministro principal de Escocia, el socialdemócrata Alex Salmond, se le ha desvanecido por un margen mayor del esperado su sueño, la independencia escocesa. A falta solo de anunciar el resultado final de los 32 distritos escoceses, los unionistas arrasan con un 55,42% de los votos (1,91 millones) frente al 44,58% (1,53 millones) de la campaña del "sí" que defendía el Gobierno autónomo escocés.
Una sorprendente mayoría absoluta en 2011 en las elecciones escocesas con el Partido Nacionalista Escocés (SNP) llevó a este popular político nacionalista de 59 años a atreverse a lanzar al Gobierno de Londres el mayor de los órdagos: un referéndum sobre la independencia.
A pesar de que nadie subestima la capacidad del perseverante político para conseguir lo que se propone, muy pocos creían en ese momento que podría convencer a los escoceses para respaldar por mayoría el fin de 307 años de historia compartida con el Reino Unido.
El tozudo y sonriente político escocés, el dirigente que más tiempo lleva al frente del gobierno escocés, más de siete años, ya ha conseguido que su nombre entre en los libros de historia y el compromiso de que Escocia obtendrá más autonomía si gana el "no".