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(Actualizado

Las monjas carmelitas del Monasterio de San Ignacio Martir, en Loeches, abren las puertas de su clausura para mostrar a los visitantes los aspectos más relevantes de la vida de Santa Teresa con ocasión de su quinto centenario. El claustro de este edificio del siglo XVI se llena de bullicio por unas horas en los fines de semana para que los visitantes y los vecinos comprendan algo más de la vida de estas monjas.

No hay grandes tesoros de mucho valor, tan sólo algunas piezas antiguas que se conservan en el convento desde hace siglos: “las que no nos robaron en la guerra” explica la madre Olga, que hasta hace poco era la priora y ahora es maestra de novicias. La madre Olga, que dejó su trabajo de médico de la Policía Municipal en Madrid para encerrarse en esta clausura, va desgranando el sentido de algunas de las piezas que se exhiben.

Sillón de Felipe IIEn el centro del claustro un castillo monumental que representa las moradas, ese castillo interior del que hablaba Santa Teresa en sus escritos. Un castillo con muchas puertas y en sus escaleras principales una monjas, realizadas en madera y cuidadosamente pintadas, ascienden para tratar de penetrar en él. Junto al arroyo, al pie del castillo estaban los dragones y lagartos que decía Santa Teresa y que en esta representación han sido sustituidos por dinosaurios de plástico: “lo único que hemos encontrado en la tienda de los chinos”, aclara la madre Olga