Indignados y cansados, así dicen estar los vecinos que ven como cada fin de semana la historia se repite.
Locales próximos a sus casas se ven convertidos en fiestas ilegales donde centenares de menores entran y salen a sus anchas consumiendo alcohol y tabaco.
Muchas veces, son ellos mismos los que se ven obligados a llamar a la Policía.