Un año después del tifón Haiyan se sigue trabajando en la reconstrucción de viviendas en Filipinas, donde más de un millón de personas siguen viviendo en refugios provisionales.
Varias ONG que trabajan en la zona han alertado de la precaria situación en la que vive gran parte de la población, ya que la comunidad internacional ha cubierto el 60 por ciento de las necesidades identificadas en este país, golpeado cada año por más de 20 tifones.
Acción contra el Hambre destaca la importancia de hacer la reconstrucción con un enfoque de gestión de riesgos, ya que Filipinas es el segundo país del mundo más afectado por desastres naturales.
"Hace un año estábamos desescombrando contra reloj para poder instalar potabilizadoras, distribuir agua segura y salvar vidas y ahora estamos en plena fase de rehabilitación de las redes de agua y saneamiento y afrontando un nuevo trabajo con las autoridades para darles sostenibilidad", ha asegurado desde Manila Jesús Baena, coordinador de agua y saneamiento de Acción contra el Hambre.
La ONU estima que, de una u otra manera, el tifón Haiyan afectó al 40 por ciento de la población, que vio cómo el huracán más fuerte de la historia de Filipinas arrasaba sus pueblos y ciudades, derribaba sus casas, destruía sus medios de vida (cultivos y embarcaciones de pesca, sobre todo) y causaba la muerte de más de 6.000 personas.
En estos doce meses, la red Cáritas ha apoyado a casi 800.000 damnificados y recaudado 135 millones de euros en todo el mundo, 1,5 millones desde Cáritas Española.