Pobreza farmacéutica, tener que soportar dolores por no poder costearse los medicamentos
Algunas farmacia trabajan con la asociación La Incolora para suministrar medicinas a personas que lo necesitan
Leyre, de 36 años, tiene tres hernias y el nervio ciático pinchado. No tiene dinero ni recibe ningún tipo de ingreso ya que solo puede trabajar sentada, lo que dificulta la búsqueda.
Por esta razón, desde octubre no le ha quedado más remedio que recurrir a los comedores sociales, la luz se la paga un vecino y el agua corre a cargo de la comunidad por un acuerdo, pero tampoco podía hacerse cargo de los calmantes que necesita por su padecimiento, pastillas por valor de 100 euros que ahora se las compra la asociación vecinal La Incolora.
“Si no me tomo la medicación tengo que estar encamada porque no me puedo mover ni me puedo levantar”, afirma Leyre.
Como Leyre hay tantas y tantas personas que la crisis les ha dejado sin trabajo y con una enfermedad que sigue su curso.
Otro caso es el de Jessica, tiene 46 años y está en paro desde hace dos años. A Jesicca le diagnosticaron cáncer de pulmón que se ha ido complicando y ha derivado en metástasis. Para combatir los dolores tiene que tomar una medicación muy fuerte, pero también muy cara, unos 90 euros de media mensuales.
Ahora, se le han acabado los ahorros y todavía no cobra el Salario Mínimo Vital por lo que no consigue llegar a final de mes a lo que se le suma el no poder pagarse la medicación que necesita.
Este es un tipo de pobreza poco conocida, la pobreza farmacéutica, que, según datos del CIS, afecta en nuestro país a unos 2 millones de personas que van a la farmacia, preguntan el precio de los medicamentos y ven que si hacen el pago no pueden comer, por lo que tienen que decidir si comprar los medicamentos o alimentarse.
Esta es una de las razones por la que muchos tratamientos quedan suspendidos en enfermedades crónicas, tumores, cardiopatías o migrañas.
Cabe destacar la importancia de estas medicinas para muchas personas ya que mejoran su enfermedad o calman lo síntomas que puede resultar extremadamente dolorosos y que, en muchos casos, aguantas porque no les queda más remedio.
Mari Ángeles Pérez es farmacéutica y en su establecimiento dispensa medicamentos que luego paga la asociación La Incolora.
“Hace un año esta asociación se puso en contacto con nosotras y comenzamos a trabajar con ellos cuando empezó justo esta crisis sanitaria y desde entonces hemos visto que cada vez ha venido más gente y hemos tenido que ayudar a un volumen mayor de pacientes que no podían costearse sus medicinas”, nos ha contado.
¿Ha acudido mucha gente a su farmacia y se ha marchado sin comprar porque no podía pagar la medicación? “Es una triste realidad. Vienen y preguntan cuánto cuesta, porque es verdad que la sanidad le paga el 60 por ciento, pero hay veces que no pueden pagar ese 40 por cierto”, ha añadido Mari Ángeles.
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