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Manuela es muy simpática y divertida, siempre está haciendo bromas y es la primera en reírse de su sobrepeso.

Pero ella misma confiesa que esa imagen que muestra a los demás es una careta: “Aprendí que era mejor ser yo la que hiciera bromas con mi gordura antes de que lo hicieran los demás.” Hay muchas situaciones en las que se siente criticada: “Subes a un avión y ves las caras de pánico de los pasajeros al pensar que me voy a sentar a su lado.”

Cuenta con el apoyo de su marido, que es ingeniero y se pasa largas temporadas en el extranjero: “Hemos vivido en Panamá, allí adelgacé 22kg pero fue volver a España y engordar otra vez.”

De joven era muy deportista y jugaba al baloncesto. Pero un conjunto de circunstancias hizo que se refugiara en la comida y empezó a engordar: “falleció mi madre, me separé de mi primer marido, dejé de fumar…”

Tiene malos hábitos de comida, es adicta a los refrescos de cola. Está desempleada y practica bailes de salón.

Su obesidad es causa de varias de sus enfermedades: “Tengo apnea del sueño, fibromialgia, hipertensión, fascitis plantar y hace dos años me dio un amago de ictus transitorio.”

Manuela necesita entrar en La Báscula para ganar en salud y recuperar la ilusión.