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El 70 % de los madrileños vivimos rodeados de vecinos. Además, pasamos una media de quince horas al día en nuestras casas. Junto a La comunidad y la periodista Verónica Dulanto analizaremos y trataremos de resolver algunos de los problemas vecinales.

En este programa nos centramos en las fiestas de los pisos turísticos. ¿Cómo es convivir con el ruido que generan los vecinos? ¿Puede el alboroto causarnos problemas de salud? ¿Qué pueden hacer los vecinos para hacer frente al problema?

Aunque cueste creerlo, las fiestas en pisos de Madrid se han seguido celebrando incluso durante la pandemia. Solo en el primer trimestre del 2021, la policía ha tenido que intervenir en más de cuatro mil fiestas ilegales.

Para hacernos una idea de la gran cantidad de estas “celebraciones”, en semana santa se llegaron a organizar hasta cien fiestas al día. Una práctica que rompe el descanso de numerosas comunidades de vecinos.

El popular distrito Centro de la capital es uno de los principales focos de las fiestas ilegales, un punto de reunión tanto para los propios madrileños como para todos los turistas que visitan la ciudad.

Los abundantes pisos turísticos de este distrito se convierten en el “lugar ideal” en el que continuar con la juerga una vez pasada la hora del toque de queda. Un espacio en el que divertirse sin tener en cuenta el ruido, excediendo el número máximo de personas permitidas en el domicilio y olvidando las mascarillas y la distancia de seguridad.

La policía, al no tener autorización, no puede entrar en la vivienda para comprobar el número de personas que hay dentro: si no hay delito penal los agentes no pueden entrar sin una autorización judicial.

Las sanciones por fiestas ilegales van de hasta 3.000 € las leves a 600.000 € las muy graves

Jesús es el presidente de una de estas comunidades de vecinos afectadas por las fiestas de los pisos turísticos. Al jaleo que hacen a altas horas de la madrugada se une la agresividad de los inquilinos cuando les piden que bajen el tono.

Ansiedad e insomnio son algunas de las enfermedades que sufren los vecinos del edificio. Y es que, a pesar de que esta vivienda turística tiene una orden de cierre desde hace más de un año, sigue funcionando.

¿Cómo es posible que el piso siga abierto a pesar de la orden de cierre? Para que este tipo de viviendas puedan operar, tienen que cumplir los requisitos de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de Madrid. En este caso solo cumple con los de una de las dos competencias administrativas.

Por su parte, Alicia, la propietaria del piso turístico, ha recibido múltiples amenazas por parte de los vecinos, desde insultos a pintadas en la puerta. ¡Incluso llegaron a quemársela! ¿Cómo acabará este enfrentamiento entre ambas partes?