¿Cómo viven los okupas? Visitamos un edificio okupado en Madrid
Los malos olores, la suciedad, las plagas, las continuas peleas y los ruidos son los motivos de las quejas de los vecinos
En España se okupan cada día 33 viviendas. De hecho, solo en la Comunidad de Madrid se llegó a superar en 2020 la barrera de las 4.300 viviendas okupadas. En el distrito de Tetuán, por ejemplo, los vecinos están viviendo una problemática situación debido a un edificio que han okupado por completo.
En este madrileño distrito tres comunidades de vecinos comparten el problema: el edificio okupado y los dos bloques colindantes a cada lado. Los malos olores, la suciedad, las plagas de insectos, las continuas peleas, la inseguridad y los ruidos son los principales factores de los que se quejan los vecinos.
Pero es que al problema del edificio okupado se suma la situación que se vive en la azotea del mismo: una ciudad paralela e ilegal en la que conviven personas desamparadas. Aquí, la gente que viven en esta azotea han delimitado sus estancias dividiendo el lugar en parcelas.
Antes de llegar a la mencionada azotea hay que pasar por varios patios traseros repletos de personas que viven en condiciones de insalubridad y que están llenos de trastos y objetos. Aquí cada “vivienda” tiene su propia puerta de entrada, algunas construidas de manera casera por los propios inquilinos con materiales como somieres o tablas de madera.
Muchas de estas personas que viven aquí son gente que ha llegado en situaciones complicadas a España o que ha tenido problemas personales. “Yo me separé de mi mujer y no sé cómo llegué aquí”, cuenta uno de los pocos okupas que nos concede unas palabras.
La única manera de acceder a la azotea es a través de una pequeña ventana. Para llegar a ella hay que cruzar un estrecho y atiborrado pasillo y subir por una escalera de mano. “Es seguro. Pueden subir tranquilamente”, nos asegura Sebas, uno de los okupas que vive en la azotea.
Sebas tiene 28 años y ha sido el último en llegar a esta comunidad. Vivía con su madre y su hermano, pero tuvo “una historia” con ellos y le pusieron una orden de alejamiento. Desde entonces vive en la calle, desde hace unos cuatro años. “En esta situación no le gustaría vivir a nadie”.
Chelo es otra de las vecinas de la azotea y ha tenido problemas con alguno de sus compañeros, como con Jason, que llegó al edificio tras salir de la cárcel por romper una orden de alejamiento. Los vecinos de los pisos colindantes han llegado a grabar a Chelo discutiendo airadamente y lanzándole objetos a Jason.
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