Ana Belén y Víctor Manuel: 50 años de amor y música
“Ese amor y cariño que tienen por la música ha sido fundamental para que estén tantos años juntos”
El cine les unió y la música les hizo inseparables. Ana Belén y Víctor Manuel compartieron set de rodaje en la película Morbo y, desde entonces, su relación ha ido cumpliendo años hasta llegar a los cincuenta, las bodas de oro.
Hay quien piensa que mezclar amor y trabajo no es una buena fórmula. No para ellos, y es que su caso es una excepción. “Se complementan”, nos cuenta Miguel Ríos, cantante y amigo de la pareja, con quienes ha compartido giras.
“Ese amor y cariño que tienen por la música ha sido fundamental para que estén tantos años juntos”, dice de ellos el grupo Camela, amantes de la música de Víctor y Ana.
Disfrutan de una vida tranquila en su chalet de tres plantas cerca del parque de Berlín, pero nunca apartados del escenario. “A las personas que nos gusta mucho nuestro trabajo nos cuesta mucho jubilarnos”, confiesa Joaquín Oristrell, guionista y director de cine que ha trabajado junto a Víctor Manuel.
Y sobre esta relación entre la pareja y el trabajo nos puede hablar bien su íntimo amigo Iñaki Gabilondo: “Yo les he visto preocuparse. Le suele pasar bastante a Ana que, cuando termina una función que ha sido un éxito colosal, le entra el vértigo de saber si va a venir luego alguna otra detrás”.
Ella, a sus setenta años, sigue en activo en la música y en el teatro. “El trabajo actual de Ana es un disco estupendo con muchísimas canciones muy reivindicables y una labor actoral, especialmente en el teatro”, explica el escritor Edu Galán.
Juntos han crecido personal y profesionalmente: ella, cantante y actriz; él, compositor, cantante, productor y cocinero. En su libro El gusto es mío, Víctor Manuel, un gran aficionado a la cocina, nos abre la despensa de su casa. Lo tiene en el ADN al igual que tiene la música. Y cerca de su 75 cumpleaños, Víctor Manuel vuelve a su tierra con el concierto Vivir para cantarlo.
Víctor y Ana nunca han dejado de trabajar ni de disfrutar de la vida, compartiendo amigos y complicidades. Aunque como dice Iñaki Gabilondo, “nunca se les ha regalado nada y nunca ha sido un camino de rosas”.
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