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Un prodigio además de una obra maestra. Así es la película de esta noche. La dirigió Alfred Hitchcock en 1940 y se titula: ‘Rebeca’.

Lo decimos así, de entrada, para que nadie se llame a engaño, se despiste y luego llegue el crujir de dientes. Es de lo mejor que se haya hecho jamás y si, por casualidad no la habéis visto, no sabéis lo que os perdéis. Sólo descubrir quién es Rebecca de Winter y por qué electriza a todas las personas que han vivido a su alrededor, os va a costar un triunfo. La mezcla entre romance, suspense, humor y terror es pura filigrana. La primera película americana de Hitchcock, fichado en Hollywood por su extraordinaria carrera en Inglaterra fue un éxito sin precedentes.

“Anoche soñé que volvía a Manderley”… Con una frase inolvidable se inician una novela y una película, la de esta noche que tienen una extraña virtud casi mágica… hay algo sobrenatural que les impide envejecer.

Manderley. La misteriosa mansión, al borde del mar, siempre rodeada de una espesa niebla incapaz de ocultar un inconfesable secreto.

Allí es donde Max de Winter vivió algunos años con la que fuera su primera esposa: La inimitable Rebeca; un ser excepcional que a nadie dejó jamás indiferente.

Allí, en Manderley fijaron su residencia los segundos señores de Winter, sin llegar a imaginar que al atravesar su umbral tendrían que vivir bajo la acechante sombra de una muerta, aún viva en cada rincón de aquella casa. Y que tenía poder para hacer que jamás la olvidarán.

Tal vez si la nueva Sra de Winter tuviera algo de carácter todo habría sido diferente… pero ¿Cómo hacerse con la situación, cuando hasta los pasillos de la casa conspiran en contra? ¿Dónde hasta las figurillas de adorno y los cuadros que cuelgan de las paredes son una permanente amenaza? El mal se esconde en cada esquina de esa casa y aparece cuando menos se espera.

‘Rebeca’ tuvo once candidaturas a los Oscars, y ganó entre otros el de mejor película.

La mezcla entre romance, suspense y hasta humor y terror es pura filigrana. La primera película americana de Hitchcock, fichado en Hollywood por su extraordinaria carrera en Inglaterra fue un éxito con muy pocos precedentes: estaba muy bien arropado por el impacto de la novela de Daphe Du Maurier y por David O’Selznick, el productor más grande de la historia del cine; un auténtico hacedor de Megahits inolvidables Y teniendo en cuenta el impacto que había tenido la búsqueda de la actriz que interpretara a Escarlata O´Hara, - por su casting pasó lo más granado de Hollywood y unos cuántos miles de aspirantes desconocidas – para encontrar a la segunda Sra de Winter – que es la protagonista y ni siquiera tiene nombre de pila, mientras que la primera, Rebecca, es una presencia permanente - se organizó algo parecido y aquello tuvo consecuencias impredecibles. Al final hubo que decidir entre dos actrices hermanas en la vida real: Olivia de Havilland y Joan Fontaine. La De Havilland nunca había visto con buenos ojos que su hermana pequeña se dedicase a lo mismo que ella, pero cuando vio que además le disputaba el papel del año siendo casi una desconocida, mientras ella acababa de consagrarse en la película del viento que se lo llevaba todo se retiró muy enfadada y le dejó el campo libre. Además al año siguiente la Fontaine ganó el oscar por su segundo trabajo a las órdenes de Hitchcock y su hermana estaba entre las 5 candidatas, aquello fue la gota que colmó el vaso. La De Havilland nunca más volvió a dirigirle la palabra y sus peleas fueron durante años la comidilla de Hollywood.

Para interpretar a Max de Winter se fichó a otro británico de oro: Laurence Olivier, que acababa de arrasar con su primer éxito como galán romántico donde los haya. Puso todo su empeño en que su esposa Vivian Leigh, Escarlata para los amigos, fuera la elegida, pero como no lo consiguió, se dedicó sistemáticamente a hacerle la vida imposible a su compañera de reparto. Y ahí entra el siempre perverso Hitchcok que no sólo no frenó a Olivier sino que además ordenó al equipo que despreciaran a la actriz en todo momento, haciéndola sentir insegura, pusilánime y abandonada: Justo lo que necesitaba para bordar su papel. Claro, así cada vez que llegaba el ama de llaves – fíjense que siempre aparece inesperadamente: apenas la vemos andar, como si no fuese de este mundo – los respingos a la Fontaine le salían espontáneos. La actriz confesó años más tarde que aquello fue un infierno, pero mereció la pena.

Una curiosidad más: la película tuvo tanto éxito en todas partes y especialmente en España, que desde entonces a las chaquetas de lana que lleva casi permanentemente la protagonista para subrayar su falta de pretensiones a la hora de arreglarse, en contraste con su predecesora como señora de Winter las llamamos “rebecas”. Asi que si cuando escuchéis aquello de “Anoche soñé que volvía a Manderley” os corre un escalofrío por el cuerpo, poneos una… por ambientaros más que nada.

Disfrutad de Hitch, en estado puro – esta es, sin duda, una de sus tres o cuatro mejores.