"Susan Slade" un melodrama de gran éxito
¿Qué tal? Bienvenidos. Tal fue el éxito del melodrama “Parrish” que ese mismo año 1961, Troy Donahue y Connie Stevens se reunieron rápidamente para reverdecer el éxito con un nuevo título “Susan Slade”.
Y les salió francamente bien. Algo tendría que ver que el director de ambas fuera el mismo: Delmer Daves, que se había convertido en un auténtico maestro del melodrama familiar. En Susan Slade hay jovencitas engañadas, sinvergüenzas de los de mucho prometer, padres agobiados por el que dirán y amores sinceros, difíciles pero no imposibles. Los veteranos Dorothy McGuire y Brian Aherne lidiaron con sus sensatos cometidos.
Esta noche tenemos el placer de recuperar para vosotros una de esas películas que los amantes del cine de siempre recuerdan como el gran éxito que fue, pero vagamente porque hace mucho que no se ve. Esto nos permite disfrutar con ojos nuevos de las idas y venidas de “Susan Slade”, una joven a la que amores y pasiones le juegan malas pasadas. De su madre, toda una señora, que parece saber siempre lo que se debe hacer. Y de los tres hombres que la pretenden: un apuesto montañero al que conoce durante un agradable viaje en barco, un niño pijo siempre a la sombra de sus acaudalados papás y un joven rebelde al que se considera socialmente inferior ya que su padre estuvo en la cárcel por desfalco. Como telón de fondo, las actividades de la buena sociedad californiana, tan interesada como hipócrita y cruel.
La película es un ejemplo de primera línea de los melodramas de los 50 y los 60 en los que pasiones arrebatadoras se desarrollaban entre sus lujosas paredes, en cinemascope y tecnicolor, en este caso envuelta con una partitura de Max Steiner absolutamente magistral.
La cantante Connie Stevens, tan de moda entonces, es la “Susan Slade” del título. Procedente de una familia neoyorquina ligada a la música, obtuvo algunos éxitos en las listas en su juventud, mientras se labraba un cierto nombre en la televisión. Su relación con Elvis Presley, breve pero intensa y su encaje en melodramas como “Parrish” o el de esta noche en los que daba rienda suelta a esa sensualidad pujante y reprimida a la vez tan de aquellos días. Se casó con Eddie Fisher, aquel cantante que abandonó a su esposa Debbie Reynolds para casarse con su amante Elizabeth Taylor, Stevens fue por tanto, madrasta de la princesa Leia.
Troy Donahue iba para periodista cuando su 1.90 de estatura, su agraciado rostro, rubio flequillo y azules ojos le convirtieron en ídolo de quinceañeras cuando la estrella de su predecesor en el cargo Rock Hudson, empezaba a declinar. Sus años de gloria fueron pocos, pero la industria le había llenado la cabeza de pájaros. Incapaz de enderezar su carrera cayó en todo tipo de adicciones y acabó viviendo en un banco del neoyorquino Central Park. No le hace sombra Grant Williams, apuesto caballerete que pasó a la historia del cine como “El increíble hombre menguante” y poco más.
Junto a ellos Dorothy McGuire, con aureola de gran actriz por su procedencia teatral, parecía siempre tan seriecita y tan correcta que le empezaron a caer papeles de mujer madura sin haber cumplido los 30. Tuvo muy buenos inicios interpretando a la racista señorita de clase alta de “La barrera invisible”, que le procuró una candidatura al Oscar, nos transmitió a todos el espanto que se escondía tras la escalera de caracol, o en los lugares donde menos pudiera sospecharse y rápidamente comenzó a coleccionar hijos cinematográficos bastante creciditos. Anthony Perkins en “La gran prueba”, su mano a mano con Gary Cooper en plan pacifista, y “Susan Slade” en la que le tocó ser la mamá de la bastante crecidita Connie Stevens. Hasta fue la mamá de los Jordache; uno rico y el otro pobre.
Delmer Daves, prestigioso guionista que se lanzó por la senda del éxito de la mano de la pareja Bogart Bacall en un clásico del cine negro incuestionable, siempre fue tan talentoso como inclasificable. Tan pronto te hacía un western con dos pespuntes que ponía a la parroquia a llorar a mares en una isla tranquila al sur.
A ver no quiero desvelar nada, pero una de esas cosas que más de uno se va a echar las manos a la cabeza diciendo ¡Que exagerados eran en estas películas!, resulta que ocurrió de verdad. Y le pasó ni más ni menos que a Jack Nicholson que, por culpa de un embarazo juvenil no deseado se crio pensando que su madre era una persona y resulta que lo era otra de su misma familia.
Así que menos criticar y más prepararse para una noche de cine espectacular y terriblemente distraída. Feliz velada.
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