(Actualizado

La agente Olaegui acude a la mansión de los Azkárate para continuar con las pesquisas de la investigación. Allí se encuentra el cadáver de Gorka en el ataud. Su rostro lo dice todo: tal y como se sospechaba, el padre del bebé que lleva dentro es el difunto.

Mientras los recuerdos de aquel apasionado affaire le vienen a la cabeza, entran en la sala el padre y el hermano de Gorka. Le cuentan que conocen la infidelidad y que el difunto Azkárate dejó en su testamento que le pasasen una pensión para ese niño. A cambio, le piden confidencialidad pero Koro renuncia a esa asignación.