Madrid Río es uno de los grandes espacios verdes de la capital. Hasta 33 puentes lo atraviesan a lo largo de su recorrido por el Manzanares
JUAN SOLA
Madrid es una ciudad que cambia continuamente. De la pequeña y originaria medina islámica a la ciudad medieval de los Austrias, hasta convertirse en la extensa metrópolis que es en la actualidad. Pero Madrid no solo se transforma expandiéndose hacia el exterior, sino también modificando su interior.
Y el mejor ejemplo de este cambio desde dentro lo encontramos en Madrid Río. Este parque del siglo XXI que sigue el curso del río cuenta con unos siete kilómetros de recorrido y con más de un millón de metros cuadrados. Un enorme espacio verde que enterró la M-30 y recuperó el Manzanares para los madrileños.
El arrollador éxito de esta reforma urbanística de 2011 ha dejado atrás en el tiempo el paso de los coches al borde del río y lo controvertidas que fueron las obras de soterramiento. Madrid Río es un enclave que disfrutan todos los madrileños.
Una vez suturada la herida que abría la M-30, fue necesario unir los distritos colindantes con el río. De esta manera, tender puentes para comunicar ambas orillas del Manzanares se convirtió en una parte fundamental del proyecto.
Madrid Río dispone de un total de 33 pasos que permiten la circulación de un margen al otro del río. Una malla que enriquece una escena urbana en la que convive la historia de algunos de sus pasos, recuperados y adaptados a sus nuevas funciones, con el dinamismo y el diseño vanguardista de los nuevos puentes y pasarelas.
El puente de los Franceses
El puente rodado al norte del puente de los Franceses recibe su nombre, precisamente, del colindante puente de los Franceses. El nombre de este viaducto ferroviario se debe a la nacionalidad de los ingenieros que idearon el proyecto, oriundos de Francia. Construido en la segunda mitad del siglo XIX, permitía el paso del ferrocarril del Norte sobre el río Manzanares.
El puente de los Franceses fue uno de los grandes protagonistas en la defensa de Madrid durante la Guerra Civil. Aquí se estableció el frente de la batalla de la Ciudad Universitaria de Madrid, una confrontación que se prolongó desde el comienzo al final de la guerra.
Este escenario en el que tuvieron una importante presencia las Brigadas Internacionales dio lugar a una copla cantada por el bando republicano:
El puente de la Reina Victoria
Conocido popularmente como puente de la Reina, esta construcción de principios del siglo XX es el único paso sobre el que no se actuó durante las obras de Madrid Río. El puente presenta una decoración modernista y su nombre es en honor a la reina Victoria Eugenia, con la que contrajo matrimonio Alfonso XIII.
El Puente de la Reina Victoria nos regala hermosas miradas como ésta ¿Sabías que se construyó en 1909? (Foto de Katina Sánchez) #madridpic.twitter.com/MBnzmdUh1d
Gracias a uno de sus creadores, José Eugenio Ribera Dutaste, uno de los grandes impulsores de las obras públicas en España y un experimentado investigador del hormigón armado, el puente de la Reina Victoria fue uno de los primeros del país en construirse con este material.
El puente del Rey
El origen del puente del Rey se remonta a una pasarela de tiempos de los Austrias que recibía el nombre de Puente Verde y que servía para cruzar el Manzanares y conectar el Alcázar con Casa de Campo. No fue hasta 1816, por orden de Fernando VII, cuando se mejoró la construcción para permitir el paso de carruajes y la primitiva pasarela se transformó en un puente edificado a base de granito.
Sin embargo, lo que hoy conocemos como Casa de Campo era en aquellos tiempo un coto de caza real, por lo que nadie podía entrar sin la expresa autorización real. Lo mismo ocurrió con el puente del Rey, cuyo uso y disfrute estaba reservado a la Corona.
Con motivo de la Segunda República, la Casa de Campo abrió al público y el puente, entonces llamado puente de la República, se ensanchó y se convirtió en uno de los principales puntos de acceso al nuevo parque público madrileño.
El puente de Segovia
Declarado Bien de Interés Cultural en 1996, el puente de Segovia es el más antiguo de Madrid. Daba paso sobre el Manzanares al camino que conducía a Segovia, uno de los principales accesos a la ciudad.
Su construcción se inició en 1574 a cargo de Gaspar de Vega, Maestro Mayor de Obras de S. M. Sin embargo, a la muerte del arquitecto, se hizo cargo de las obras Juan de Herrera (el arquitecto del Monasterio de El Escorial y del Palacio de Aranjuez), que realizó nuevos diseños, cambió las trazas medievales y proyectó el primer puente moderno: la rasante se hace horizontal.
Durante la la Guerra Civil fue volado para evitar la entrada en Madrid de soldados rebeldes. Al reconstruirse años mas tarde se ensanchó y se introdujeron algunas variaciones con respecto al diseño original, como un pequeño embarcadero.
Con la creación de Madrid Río se actuó en todo el entorno del puente y se le proporcionó un acompañamiento acorde con la nueva estética y diseño de la zona, como fuentes, estanques y paseos.
El puente de Toledo
De estilo barroco churrigueresco, se construyó entre 1718 y 1732 por el arquitecto Pedro de Ribera. Enlaza la glorieta de Pirámides, en la ladera este del río, con la glorieta del Marqués de Vadillo, en la orilla oeste.
El origen del actual puente se remonta al siglo XVII, cuando Felipe IV proyectó enlazar Madrid con el camino de Toledo por medio de un puente sobre el río Manzanares. Conocido como Puente Toledana, una crecida del río lo destruyó al poco de acabarse. La mala suerte hizo que la nueva obra también fuera barrida por una nueva riada.
El puente monumental de Arganzuela
Esta gran pasarela que une los distritos de Carabanchel y de Arganzuela es obra del prestigioso arquitecto francés Dominique Perrault. Inaugurada en 2011, pronto se convirtió en uno de los iconos arquitectónicos de Madrid Río.
El diseño de este moderno puente consiste en una doble espiral de metal en forma de tirabuzón con dos brazos, recubiertos por una malla metálica que brilla durante el día y se ilumina por las noches mediante farolas que recrean pájaros y mariposas. Su interior, de suelos de madera, cuenta con bancos para descansar y lo atravesado el carril-bici que recorre todo el parque.