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A lo largo de los últimos cien años las capitales europeas han crecido hacia el cielo desafiando constantemente las leyes de la física y poniendo a prueba las técnicas de la construcción. Y Madrid no iba a ser una excepción. Desde el Edificio Telefónica en la Gran Vía hasta la Torre de Cristal al norte de la Castellana, pasando por el edificio Torres Blancas, ha pasado menos de un siglo, un periodo de tiempo en el que la arquitectura madrileña ha levantado varias cimas en el perfil de la ciudad hasta dibujar un skyline que hoy contemplamos ‘Con la vista bien alta’.

Durante siglos Madrid fue una ciudad de intrincadas callejuelas y casas bajas. Entre ellas apenas destacaban los campanarios de las iglesias y las construcciones defensivas. Los primeros edificios de viviendas que destacaron fueron los que rodean la Plaza Mayor. Originariamente tenían seis plantas, que se rebajaron a tres la reforma posterior al incendio de 1790.

En 1860 el marqués de Salamanca llevó a cabo la gran promoción inmobiliaria que hoy en día lleva su nombre, el barrio de Salamanca. Esta zona estaba destinada a las clases acomodadas y se diseñó de manera racional y siguiendo una serie de medidas higiénicas que configuraron el aspecto de la zona. Por ejemplo, las ordenanzas municipales no permitían que la altura de los edificios fuera mayor de veinte metros, por lo que las casas no sobrepasaron los tres o cuatro pisos.

El que se considera el primer rascacielos de España y de Europa es el Edificio Telefónica, que, con 89 m de altura y 13 plantas, se alza desde 1929 en la Gran Vía madrileña. Y es que en la creación de Telefónica participó la empresa norteamericana ITT, que imprimió al proyecto su sello de modernidad tanto en la elección de la ubicación (la Gran Vía era el símbolo del progreso del siglo XX) como en la tipología del edificio: el rascacielos, que ya era una tendencia firme de la arquitectura en los EE. UU.

En la plaza de España se levantaron los dos siguientes rascacielos de la capital, el Edificio España en 1953 y la Torre de Madrid en 1960. El Edificio España cuenta con 117 m de altura y se ideó como una construcción multifuncional con hoteles, galerías comerciales, viviendas y oficinas. La Torre de Madrid, con 142 m, fue durante algo menos de una década el edificio de hormigón más alto del mundo y contó con los ascensores más rápidos de la época.

En los años 70 Madrid siguió creciendo. Nació la M-30, lo que dio lugar a un nuevo modelo de movilidad y arrancó el boom de la construcción en altura. Bloques de pisos empezaron a poblar la periferia y, repartidos por la geografía madrileña, se levantaron nuevos gigantes de ladrillo como el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, la Torre de Valencia junto al Parque del Retiro o el gigante enchufe de las Torres de Colón.

En los años 80 se creó en la Castellana en distrito financiero y de negocio AZCA, por lo que se construyeron numerosos rascacielos en la zona utilizando novedosas técnicas. La Torre Picasso, la Torre Europa, Castellana 81, Torre Titania (sobre la antigua Torre Windsor) y Torre Mahou son las construcciones más altas del complejo.

Otro de los grandes hitos arquitectónicos de Madrid se encuentra al norte de AZCA: las Torres KIO (oficialmente llamadas Puerta de Europa), las primeras torres inclinadas del mundo. Aunque no son los edificios más altos, ocupan un lugar privilegiado en el imaginario colectivo.

Ya en el siglo XXI se construyeron las cuatro torres, que dieron un vuelco al skyline de Madrid. Aunque ya son casi cinco, porque la Torre Caleido está a punto de comenzar a funcionar. La Torre Espacio, en 2007, fue la primera en inaugurarse. El edificio posee en su interior unos cuantos récords: en la planta 33 se encuentra la capilla católica más alta del mundo sobre el nivel del suelo, además del restaurante más alto de España. Solo un año después se terminó de construir la Torre PWC. El edificio está cubierto de vidrio y aluminio a modo de escamas que actúan como aislante térmico del exterior tanto en invierno como en verano. En 2009 les acompañó la Torre Cepsa, del prestigioso arquitecto británico Norman Foster. También ese mismo año acabó de construirse el edificio madrileño que más cerca está del cielo, la Torre de Cristal, de 250 m.