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En su camino desde La Rioja a Ciudad Real, la Cañada Real Galiana atraviesa más de cincuenta kilómetros de suelo madrileño. Un recorrido en el que se cruza con localidades como Ribatejada, Daganzo de Arriba, Ajalvir, Torrejón de Velasco o Pinto, donde sus cincuenta mil vecinos son testigos de un pasado épico.

El Torreón de Pinto es una de estas muestras históricas del municipio. Entre sus muros sufrió prisión, por orden de Felipe II, la enigmática princesa de Éboli. Aunque nada queda de aquel pasado carcelario en la construcción, que era conocida popularmente como ‘la cárcel eterna’, ya que nadie salía de sus muros una vez dentro.

Para conocer el Pinto más tradicional nos dirigimos a la Casa de la Cadena, una casa solariega del siglo XVII que alberga una colección de material etnográfico y reproduce una vivienda de posguerra. Del mismo siglo es la Plaza de la Constitución, rodeada por los soportales de casas de dos plantas.

Un monumento en la localidad señala el centro geográfico de la península ibérica. Al parecer, fueron los árabes quienes, según sus cálculos, determinaron que el centro se encontraba en este punto.

La primera fábrica de chocolate al vapor

Entre los tejados de las casas de Pinto destaca la chimenea de la primera fábrica de chocolate al vapor que existió en España, inaugurada en 1866. Este es el único testimonio que queda en pie de aquella fábrica, junto con un antiguo almacén que, en la actualidad se utiliza como concejalía y que se conoce popularmente como ‘la casita de chocolate’.

Esta fábrica de chocolate era la de La Colonial, una compañía fundada por el empresario francés Jaime Méric. Aunque ha cambiado de emplazamiento, de dueños y de nombre, sigue en funcionamiento en la localidad de Pinto, ahora bajo la marca de Eureka.

Sin embargo, el origen de la Compañía Colonial se remonta a Madrid, donde se estableció en 1854 en Madrid, donde hoy en día está el Hotel Ritz (en el Paseo del Prado), su primera fábrica. Solo un año más tarde abrió en plena calle Montera su primer establecimiento comercial de cara al público.

“La Colonial se considera la primera fábrica al vapor que ha existido en España. Es decir, la primera con fabricación netamente industrial. Antes de La Colonial la fabricación era artesanal, a brazo o con molinos de tracción animal. Las fábricas posteriores se hicieron a imitación de La Colonial, por este motivo se llamó a su fábrica: la fábrica modelo”.

La fábrica no tardó en quedarse pequeña y su situación en el centro de Madrid complicaba sobremanera el aumentar su capacidad. La solución: trasladarse a Pinto en 1866. La elección de esta localidad se debió a su situación en el centro y a la excelente red ferroviaria con la que contaba por aquel entonces.

La Colonial se expandió al mercado internacional y exportaba sus productos a Londres, París, Viena, Dublín, Filadelfia y otras tantas ciudades. Reyes, aristócratas y Papas consumían su chocolate. De hecho, la empresa fue la proveedora oficial de varias casas reales y cortes, como las de España, Portugal, Bélgica, Baviera, Prusia, Noruega, Brasil o México.

Tras la Guerra Civil, la familia Méric decidió vender la fábrica. Desde ese momento pasó por diversas manos hasta convertirse en la actual Chocolates Eureka S. A.