Tres tenebrosas leyendas de la Sierra de Guadarrama
La Sierra de Guadarrama es un mágico escenario que esconde numerosas leyendas e historias
JUAN SOLA
La exuberante naturaleza de la Sierra de Guadarrama, sus solitarios parajes y sus misteriosas formas y recovecos la han convertido en el escenario perfecto de incontables leyendas e historias.
Las gentes que han habitado la zona han creado durante siglos numerosas narraciones que rememoran el origen de los paisajes y los habitantes de esta zona. Muchas de ellas con un trasfondo real, aunque abundantemente rellenadas con la imaginación colectiva, la fantasía y el misterio han inundado estos majestuosos perfiles montañosos.
El perro negro de El Escorial y las puertas del infierno
El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es una de las joyas arquitectónicas de la región madrileña. Pero también es un lugar que esconde misteriosos secretos… Uno de ellos lo protagoniza un diabólico perro negro.
Según se fue transmitiendo de generación en generación, un can de color oscuro deambulaba por el monasterio durante su construcción. Durante las noches, la presencia del animal atemorizaba tanto a los obreros que las obras tuvieron que paralizarse en diversas ocasiones.
Muchos piensan que este perro infernal protegía y vigilaba el lugar. Y es que se atribuye al lugar que pisa El Escorial ser una de las puertas de entrada al infierno, al igual que también ocurre en la ciudad italiana de Turín.
Finalmente, el perro fue capturado y el rey mandó colgarlo en una de las torres del monasterio, donde se exhibió durante un tiempo. Pero ahí no acaba la cosa. La leyenda cuenta que, cuando Felipe II regresó a El Escorial para pasar sus últimos días de vida, seguía oyendo los ladridos de aquel infernal perro negro, el cual había sido sacrificado muchos años antes.
Muy cerca de este lugar, en la llamada finca de Los Ermitaños, próxima a la silla de Felipe II, hay otra historia singular. En una roca de la zona existe un hueco de apariencia similar a una huella, a la que se la ha bautizado como la Pisada del Diablo. La responsable de esta fue una niña llamada Martiña, devota de la Virgen de Gracia.
Un día paseando por el lugar se le apareció a Martiña el diablo disfrazado de peregrino y le ofreció todo de tipo de riquezas a cambio de que dejara de profesar su fe hacia la Virgen. Sin embargo, la niña se negó y esto provocó el enfado del diablo, que al marcharse dio un salto tan grande que dejó impresa la huella de su pie izquierdo en el sitio.
La mujer muerta
La Sierra de Guadarrama está repleta de cimas y lomas de renombre conocidas por todos aquellos que se adentran en sus sendas. Uno de estos populares perfiles montañosos es el de ‘La mujer muerta’.
‘La mujer muerta’ es el nombre que recibe un conjunto de montes (La Pinareja, Peña del Oso y Pico de Pasapán) que forman una cuerda que marca el límite entre las provincias de Segovia y Madrid.
Este conjunto de picos, visto desde la llanura segoviana, toma la forma de una mujer tumbada, cubierta por un velo y con los brazos entrecruzados. Respecto al origen de esta forma montañosa hay varias leyendas, todas ellas protagonizadas por amores desmedidos.
Una de ellas nos habla de un pastor de la zona, enamorado profundamente de la hermosa hija de un granjero. Sin embargo, vivía otro pastor en los alrededores, lo que provocó los celos del enamorado pastor. Este, ciego de ira, los mató a ambos, acabando con su rival y con su amor.
Pocos días después de la masacre, una terrible tormenta azotó la región, durante la cual, la tierra tembló con fuerza. Cuando el temporal amainó, los vecinos pudieron cómo habían aparecido de la nada las montañas con ‘La mujer muerta’.
Otra leyenda relata las disputas por el poder de dos hermanos, hijos del recientemente fallecido jefe de una tribu que vivía en la entonces extensa planicie. La madre, que no quería ver el enfrentamiento entre sus dos hijos, ni mucho menos la muerte de alguno de ellos, se ofreció en sacrificio a los dioses a cambio de la paz.
Los dioses tomaron su vida y, tras una gran tormenta, apareció el cuerpo de la madre en forma de una enorme montaña. Los hijos rápidamente reconocieron la imagen en la roca y cesaron inmediatamente la lucha.
Una tercera y última leyenda sobre estas montañas presenta a dos caballeros enamorados de la misma mujer. Ambos se disputaron el amor de la dama y comenzaron un duelo a muerte. La joven, intentando separarlos, se interpuso entre ellos mientras se batían con sus espadas y recibió dos estacadas, una por cada uno de sus pretendientes.
La misma noche de su muerte se desencadenó una poderosa tormenta que modeló los cercanos montes con agua y viento hasta darle la figura de la joven que había perdido la vida tan desdichadamente.
La fantasmagórica pastora de la laguna de Peñalara
Las lagunas de Peñalara es una de las zonas más visitadas por los excursionistas y los amantes de la naturaleza. Sin embargo, a pesar de su encantador ambiente y la atmósfera de tranquilidad que transmite, encierra alguna que otra misteriosa narración.
Según cuentan las historias, cada noche de difuntos, cuando la fría luz de la luna cubre la montaña, emerge del centro de una de las lagunas un pequeño islote con una pastora sobre él.
Esta pastora, dicen, trató de salvar a uno de sus corderos, que se había extraviado entre las rocas. Sin embargo, la muchacha confundió los balidos del animal con extraños sonidos que emergían de las profundas y oscuras aguas, las mismas en las que desapareció sin dejar rastro.
También aquí nos encontramos con otras historias, como la de dos amigos que, intrigados por el halo de misterio que rodea a la Laguna Grande de Peñalara, subieron a ella de noche con la intención de cruzarla a nado a la luz de la luna.
Uno de ellos la atravesó sin problemas mientras llevaba consigo un libro entre los dientes. El segundo de los jóvenes había emprendido el nado mientras que el primero leía el libro en voz alta desde la otra orilla. Pero, al alcanzar su amigo el centro de la laguna, este cerró repentinamente el libro y las aguas se tragaron en el acto al nadador, del que nada se ha vuelto a saber.