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(Actualizado

Onda Madrid ha recogido el testimonio de Luisa Hernández, la mujer de origen dominicano que habla por primera vez de la agresión racista que sufrió en un autobús de la EMT, tal y como adelantaba el programa Buenos Días Madrid.

Luisa se dirigía al trabajo en la línea M1 de los autobuses municipales cuando un hombre comenzó a gritarle frases como "negra de mierda vete a tu país" o "por culpa de una negra como tú, no tengo casa".

"Me puso sus manos asquerosas en mi cara y le pedí al conductor que parara"

En un primer momento Luisa pensó que se trataba de un incidente desagradable sin mayor importancia, pero a los insultos y vejaciones le siguieron las agresiones físicas: "Yo le contesté pero él se puso de pie y fue a por mí. Me puso sus manos asquerosas en mi cara y le pedí al conductor que parara y llamara a la Policía porque me estaba agrediendo”.

"Me dio pánico terrible pero reaccioné de la mejor manera. No era una discusión normal. Era odio total el que vi en su cara", explica Luisa. Pero las agresiones no quedaron ahí. "Se sentó y, no contento con eso, volvió hacia mí y recogió toda la saliva que pudo en la boca para escupirme".

"Era odio total lo que vi en su cara... Recogió toda la saliva que pudo en la boca para escupirme"

Ninguno de los viajeros que compartían el autobús actuó en defensa de Luisa, aunque posteriormente algunos sí testificaron ante la Policía. "Nadie me ayudó. Si no hubiera pedido ayuda al conductor no sé qué habría sido de mí. Se portó muy bien, incluso tuvo que ponerse en medio para que el agresor no volviera hacia mí”.

El conductor paró el autobús y la Policía Nacional acudió al lugar, a la altura de la calle Colegiata, para detener al presunto agresor, un hombre de 51 años con antecedentes por hechos similares . "Ni siquiera cuando llegó la Policía fue capaz de controlar su vocabulario", dice Luisa, que seguía recibiendo toda clase de insultos racistas.

"Nadie me ayudó. Si no hubiera pedido ayuda al conductor no sé qué habría sido de mí"

La Policía acompañó a Luisa a presentar la denuncia. "Tenemos una policía que no valoramos, me agilizaron todos los trámites, me compraron agua, me llevaron en un coche separada del agresor… Se lo agradezco".

A pesar de haber sufrido esta agresión, Luisa decidió acudir a su puesto de trabajo. "Salí de la comisaría y fui a trabajar. Todas las compañeras me ayudaron a sacar la jornada adelante. No podía dejar de llorar".

"Ahora me siento atacada por la gente, es por el miedo"

Era hora de volver a casa. Luisa terminaba la jornada más dura de su vida. "Cuando llegué a mi barrio vi al periodista de Telemadrid y le pedí que me atendiera un momento, no por mí, sino para que no le pase a nadie más".

La agresión termina, pero las secuelas permanecen. "Esto me ha marcado. Llegué a casa, me lavé bien y aun así todavía sentía los escupitajos que me había echado en la cara. Ahora me siento atacada por la gente, es por el miedo. Tengo que cambiar todos los días de calle".

"Le debo mucho a España. Un miserable como este no puede dañar lo bonito que tenemos"

Luisa lleva más de 20 años en nuestro país y nunca había sufrido ninguna agresión de este tipo. "Me siento súper integrada. Le debo mucho a España. Nunca pensé que me fuera a pasar algo semejante. España es mi vida, tengo a mi hijo y a mi nieto… Un miserable como este no puede dañar lo bonito que tenemos".

Este tipo de violencia racista, según la asociación SOS Racismo Madrid, "ha existido siempre, pero últimamente se expresa con mayor legitimidad", asegura la presidenta de SOS Racismo Madrid, Paula Guerra. Según Movimiento contra la Intolerancia solo el 20% de las agresiones racistas se denuncian.

Desde 2015 el delito de odio está tipificado en el código penal.