Entre lo religioso, lo mágico y lo espiritual, las reliquias han atraído a gobernantes y pueblo llano desde el principio de los tiempos. Fran Contreras nos habla de ellas y de la obsesión a veces fetichista que su propiedad ha generado. En Madrid también tenemos, como el cuerpo incorrupto de San Isidro, tres copias de la Sábana Santa de Turín y, sobre todo, la sangre de San Pantaléon, que se licua cada año en la iglesia de la Encarnación, ante la devoción de miles de creyentes.