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Alejandro Velázquez es la cuarta generación de Calzados Lobos. Esta tienda la inauguró su bisabuelo Timoteo Lobo en 1897 y su familia lleva, nada más y nada menos que, 127 años calzando a generaciones enteras en la calle Toledo.

Una de las joyas que guarda este icónico negocio es una foto de su fundador junto a una licencia de ampliación del año 1924. "Es uno de los primeros papeles originales que tenemos otorgado por el Ayuntamiento de Madrid de su momento". Por ende, cuenta con dos puertas de entrada, ya que eran dos locales separados.

Calzados Lobo tiene representado todas las estaciones del año en calzado. "Lo representativo para nosotros es la alpargata, es la reina de la tienda, que es lo que no da el 70, 80% de las ventas. Está fabricado con suela de yute, que es una cuerda trenzada. Se le da una pequeña imprimación de goma para que tenga más durabilidad y sobre todo un poquito de adherencia".

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El único enemigo para este tipo de calzado es el agua y en cuanto a los colores tienen una gran diversidad y tallas desde la 18 a la 48. "Para otras épocas del año, tenemos toda una colección de botos camperos, pisacacas, los zapatos de flamenca, zapato de baile de salón", nos cuenta Alejandro.

"Para el invierno, tenemos los mocasines y las babuchas. Ahora el otoño están muy de moda las merceditas de terciopelo, las de toda la vida, pero llevamos dos o tres años que está siendo una auténtica locura. Y desde hace dos años, las venecianas, también de terciopelo, con una suela bastante flexible, muy cómoda. Se llaman venecianas porque se supone que era el calzado que llevaban los venecianos para el Carnaval", añade.

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Todo lo que vemos en la tienda es solo una pequeña parte de lo que tienen. En el almacén, Juan Carlos custodia, coloca y controla todo el calzado. Además, aquí guardan la alpargata más antigua. Se trata de unas arroceras, que se utilizaban sobre todo en la zona del Levante. "Estas datan del siglo pasado". Una oportunidad única para calzar la historia del buen saber hacer madrileño.