Descubrimos el barrio más castizo de Madrid: Chamberí

Residencia de buena parte de la aristocracia de los siglos XIX y XX, en plena almendra central de Madrid, encontramos un distrito con seis barrios en uno, en constante reinvención, pero sin perder su esencia castiza con sabor a Madrid. Hoy, descubrimos el barrio de Chamberí.

Uno de sus secretos mejor guardados nos espera tras una puerta de hierro, una joya única en el mundo, el Frontón Beti-Jai de 1894, un edificio único en Madrid, España y probablemente del mundo. Dejó de funcionar en 1919 y albergó hasta 4.000 espectadores en su interior.

"A principios del siglo XX, finales del XIX, estaba muy de moda el juego de la pelota vasca porque la realiza veraneaba en San Sebastián, la aristocracia, y entonces lo traen del País Vasco", nos cuenta Cristina Moreno, consejera Técnica de la Dirección General del Patrimonio Cultural.

La calle Ríos Rosas, siempre llena de bullicio, tiendas, negocios, prisas y un museo excepcional en España, el Geominero. Su edificio, considerado Bien de Interés Cultural, posee una vidriera en la que se encuentra el escudo real que, a su vez, está rodeado por los escudos provinciales correspondientes de la Jefatura de Minas.

Sin lugar a dudas, pasear por Chamberí es sentir el impulso de la ciudad. Un barrio con vida, la de siempre, con sus negocios centenarios que aún permanecen, como la Mantequería Mediavilla. "Antes de 1917 ya éramos tienda como tal", nos cuenta Cristina.

De hecho, mantienen mucho del mobiliario de antes donde venden productos autóctonos. Además, cuentan con una medalla al mérito civil "por no dejar de abastecer a los clientes del barrio que son de siempre en el confinamiento".

La Mercería Castillo abrió en 1937. "En plena guerra, mi abuela abrió la mercería porque ella había sido oficiala de Balenciaga", nos cuenta Ofelia. Un barrio para ver y pasear, también es el reclamo para nuevos negocios como el de Arancha, restauradora de papel y decoradora de interiores.