(Actualizado

Belén es la actual propietaria de El Anciano Rey de los Vinos, una taberna fundada en 1909 sobre los cimientos de la Iglesia de la Almudena en pleno corazón de los Austrias.

El terreno sobre el que reluce este espacio también albergó una iglesia visigoda y una mezquita antes del templo cristiano citado. Un pasado que dio un giro de 180 grados al convertirse en el bar-restaurante que es hoy.

Ciento quince años de historia, cuatro propietarios y dos familias diferentes. "Luis Monrón fue quién fundó el local en 1909 y luego ya en el año 48 entró mi padre con 15 añitos a trabajar en el local".

De hecho, el padre de Belén, Constancio Cortés, llegó a vivir en el establecimiento. "Antiguamente, la gente venía de los pueblos sin nada y entonces en esta salita, que eran los antiguos almacenes, arriba estaban las habitaciones. Ellos dormían, trabajaban y luego ya tenían un día libre para salir".

El Valenciano, la guarnicionería más antigua de Madrid

La esencia del local sigue siendo la misma y todavía parte del mobiliario se conserva de entonces, como el espejo, las puertas rojas, los azulejos y, uno de sus símbolos, el cuadro del anciano, donde aparecen registradas las patentes de vino que se servían antiguamente.

Su privilegiada ubicación le ha hecho ser testigo de grandes acontecimientos, como la boda de los Príncipes de Asturias o la coronación del Rey. Además, se dice que Alfonso XIII acudía a tomar vino por un pasadizo secreto que comunicaba el Palacio Real con esta taberna.

Miguel de Unamuno bautizó la centenaria bombonería La Pajarita

Y no solo por las vistas, también son famosamente conocidos por una de sus tapas, llamada 'el regalito de torito'. Se trata de un saquito de rabo de toro, un aperitivo que empezaron a elaborar para conmemorar su centenario en el año 2009.

Entre sus imprescindibles: la torrija, los callos a la madrileña, gambas al ajillo, calamares, el vermut, el vino dulce y, para acompañarlo, una galleta. "A la taberna antiguamente venían muchos literatos y escritores, pero un asiduo de la taberna era Jorge Negrete, que venía expresamente porque le encantaba el vino dulce".