En el Madrid de los Austrias, entre la Plaza Mayor y la de la Cebada, en pleno barrio de La Latina, calle Toledo, 39, viajamos por la historia de nuestra ciudad sin salir de las aulas. Descubrimos el Instituto San Isidro, el centro de secundaria más antiguo de España.
Antiguamente era conocido como el Colegio Imperial de Madrid. Entonces su primer director fue Juan Eusebio Nieremberg. Unos orígenes que se remontan al año 1603. "Lo llevaban los jesuitas", nos explica Rafael Martín, director en la actualidad.
Ya como Reales Estudios de San Isidro, su primer directo fue el Marqués de Villafañe. "Carlos III expulsó a los jesuitas y creó un centro laico donde se da la segunda enseñanza aquí en Madrid", añade Rafael.
Un centro por el que han pasado grandes escritores, como Quevedo, Lope de Vega o los hermanos Machado, y hasta cuatro premios Nobeles. Además, el instituto tiene expuestos los expedientes de académicos de otros ilustres, como Camilo José Cela, José Echegaray, Vicente Aleixandre y Jacinto Benavente. "Muy buenas notas sacaban. De Cela hemos puesto una redacción que hace sobre la literatura y los deberes".
También políticos, como el Conde de Romanones, José Canalejas o Eduardo Dato. "Aquí vemos al rey emérito, rindiendo examen ante los profesores del instituto". Artistas, como José Luis López Vázquez o las hermanas Carrillo.
"Por aquí han pasado las grandes figuras de España y de Madrid". Científicos, como Gregorio Marañón, que era de sobresaliente en todas las asignaturas. "Tenemos también el último año de Juan de la Cierva o Jiménez Díaz, que también estuvo aquí".
Un tesoro en el centro de Madrid con más de cuatro siglos de historia en un edificio de gran riqueza arquitectónica. Su patio, un claustro barroco donde juegan los niños de 11 y 12 años de secundaria. "Aquí, en este mismo espacio, hacemos los conciertos en la primavera. Sobre todo en San Isidro es donde juntamos todos los instrumentos de los estudiantes y hacemos los conciertos", nos cuenta Yago Cervera, profesor del centro.
Una de las zonas menos conocidas del instituto y también una de sus joyas más preciadas es la capilla barroca, pintada por Antonio Palomino. "Tiene una característica muy especial: la presencia de Palas Atenea, Minerva, la diosa del conocimiento".
En este espacio se llegó incluso a dar clase. "Aquí había un gradillo de madera y Pío Baroja, por ejemplo, dio clase aquí de medicina, de farmacia. Los estudiantes subían por ese graderío y se colocaban en partes altas casi pegadas a la bóveda a escuchar al catedrático".