Como todos los miércoles, Laura da clases de encuadernación a sus alumnas en la Biblioteca de Valdemorillo. A sus 83 años no quiere ni oír hablar de la jubilación. "Tengo mi propio taller y no me canso nunca".
La encuadernación constituye una asignatura de gran utilidad e interés, resultando incluso un magnífico complemento del lector. Aquí, entre guillotinas, prensas y telares, Carmen, Mari Carmen, Jarta y Nandi encuadernan sus obras de arte.
"Estoy cosiendo libros con los nervios fuera. Primero las hemos soltado del libro, lo hemos limpiado y ahora lo tenemos que coser uno a uno", nos explica Nandi. Aportando tan solo un paquete de cuartillas sin taladrar y papel de guardas para las tapas, estas vecinas demuestran su destreza en materia de encuadernación.
Carmen restaura uno de sus libros que compró en un mercadillo de Cuba. "Tuvimos que soltar todas, todas las hojas y hemos puesto un lomo nuevo". Así, cada miércoles y página a página, de este taller salen decenas de cuadernos y libros.
Aunque parezca un oficio extinto, la encuadernación artesanal todavía perdura pese a la mecanización e industrialización de este proceso en la actualidad. Estas vecinas consiguen libros únicos, hechos todos ellos de forma manual y minuciosa.