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La amistad que el cantaor Enrique Morente fraguó durante años con el guitarrista Rafael Riqueni pasó de herencia a su hija Estrella Morente, que no dudó en visitar al sevillano en los momentos más duros de su estancia en la cárcel.

Riqueni recuerda que él "muchísimo a su padre y quiero toda la familia" y concluye que entre ambos "el respeto y el amor van unidos de la misma mano".

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De aquellas visitas flamencas y carcelarias nació un disco que brota de las raíces más profundas del flamenco. En el álbum rinden homenaje a la cantaora Pastora María Pavón Cruz o lo que es lo mismo la Niña de los Peines y al guitarrista Niño Ricardo.

'Lo hemos hecho gracias a ellos" explica Rafael Riqueni y continúa "gracias al Niño Ricardo y gracias a la Niña de los Peines que tenemos estos documentos ahí".

Estrella Morente añade que se ha dado cuenta "de la suerte que tenemos los que hemos estado cerca de gente como él, como Enrique Morente, como Camarón, como Paco de Lucía, como Manolo Sanlúcar: son genios".

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Ambos fueron piezas clave en los años cuarenta, representando la esencia pura y primigenia del flamenco contemporáneo; sirviendo de inspiración y de guía para todos los grandes artistas que emergieron después.

Pastora María Pavón Cruz, la niña de los Peines' fue cantaora por destino: no sabía leer, ni escribir, pero iba dejando sin palabras a las plumas más virtuosas y a las mentes más cultivadas.

Lorca dijo que su voz rompía todos los moldes de la música construida. La pintaron Zuloaga y Romero de Torres y la llamaba Alfonso XIII (y la reina Victoria) para escucharla

Un legado que ahora homenajean Morente y Riqueni con un disco que respira arte y flamenco hasta en la portada, de cuya creación la cantante recalca "convertirse en un lienzo en blanco, eso fue maravilloso".