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Lucas González, director creativo de Paco Pastel, acaba de escribir un nuevo capítulo en la tradición cultural y gastronómica. Junto a su hermano Kiko, ha creado un bocado que ya es seña de identidad de El Escorial, la Casita del Príncipe.

"Esta idea parte de la restauración de la Casita del Príncipe, de una de las naves de los artesanos, y potenciar El Escorial y su patrimonio cultural. Un dulce alrededor del origen: la almendra, la nuez, la fresa del bosque", nos cuenta Lucas.

La base de este dulce es un bizcocho de almendras, elaborado con mantequilla natural, azúcar, huevos, ralladura de naranja y limón y canela. Una vez creada, solo queda rellenar los moldes y pasar al horneado.

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Sacados del horno, los rellenan de confitura de fresas para darlos un punto de acidez y por encima, crema de yemas de huevo. La guinda final la pone una nuez, que da una textura crujiente a la composición del pastel.

De este dulce, que es una joya, viene otra, la propia caja. "Es una acuarela hecha por un artista local, que es Cuca Arsuaga, donde sale el pabellón que mandó construir Carlos IV, y dentro de la caja, a modo de joyería llena de dulces, lleva unos dibujos a plumilla de otro artista local, de José Ignacio Cotillo, y los textos de Amparo Ruiz Palazuelos, donde cuenta un poquito la historia de El Escorial", nos explica Kiko.

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Este reclamo gastronómico permitirá a obradores y a artesanos reposteros colaborar en su elaboración y comercialización. De esta manera, la localidad cuenta con un dulce típico que ya representa su identidad.