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A 100 kilómetros del centro de la capital, encontramos Madarcos, el pueblo más pequeño de la Comunidad de Madrid. Aquí viven poco más de cuarenta personas y un burro. La mayoría de las viviendas son cuadras rehabilitadas que han conservado su esencia.

En este enclave de la Sierra del Rincón, nos da cita Mercedes, que se encarga de dar un toque sofisticado al mobiliario del municipio. Madarcos cuenta con tan solo un bar, llamado La Fragua y donde todos los vecinos mayores se reúnen para comer juntos todos los días.

Lucero, el burro, es uno más de Madarcos. "Él procura cada vez que viene la gente saludar a todo el mundo. Es otra atracción del pueblo más", asegura Mercedes. Y, aunque el pueblo no cuente tampoco con tiendas, lo que sí tienen es un ahumadero del que Jorge lleva las riendas.

El pueblo está situado en las estibaciones de Somosierra y destaca de forma especial por su arquitectura tradicional. El núcleo urbano no ha sufrido cambios importantes a lo largo de la historia y guarda distintos elementos de su actividad tradicional, fundamentalmente ganadera.

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La edificación tradicional es de una sola planta, cubierta a dos aguas y con muros de mampostería realizados con roca de granito y esquisto. Entre los edificios quedan espacios de huertas y corrales cerrados de piedra. Con respecto a su patrimonio religioso, cuenta con la Iglesia de Santa Ana, construida en el siglo XVII.