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La reflexología podal es una técnica terapéutica de origen oriental que ha ganado popularidad en todo el mundo debido a sus múltiples beneficios para la salud y su enfoque natural y preventivo. Esta práctica se basa en la idea de que los pies son un mapa del cuerpo, con zonas que reflejan distintos órganos y sistemas del organismo. Al aplicar presión o masajes en estas áreas reflejas, se busca equilibrar la energía del cuerpo y mejorar el bienestar general.

En Madrid mejora tu vida queremos conocer más detalles acerca de esta terapia de la mano del terapeuta Samuel Martín y Ani García, manager de Samsara Wellness Studio.

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Orígenes de la reflexología

Aunque el uso del masaje con fines terapéuticos se remonta a civilizaciones antiguas, la reflexología podal tiene raíces en la medicina tradicional china. Hace aproximadamente 4.000 años, en la antigua China, se descubrió que los masajes no solo influían en la zona donde se aplicaban, sino que también tenían efectos en otras áreas del cuerpo, incluyendo órganos internos distantes. Esta observación fue el fundamento de lo que hoy conocemos como reflexología.

Posteriormente, en el año 1913, el Dr. William Fitzgerald, un otorrinolaringólogo estadounidense, observó que, al aplicar presión en determinadas zonas del cuerpo, podía realizar intervenciones quirúrgicas menores sin necesidad de anestesia. Esta observación le llevó a desarrollar la teoría de las líneas energéticas que recorren el cuerpo de forma longitudinal desde los dedos de los pies hasta la cabeza.

Según esta teoría, estas líneas energéticas están conectadas a diferentes órganos y sistemas del cuerpo, y mediante la manipulación de los pies, se puede influir en el bienestar general.

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Beneficios de la Reflexología Podal

El aumento en la popularidad de la reflexología se debe, en gran medida, a sus múltiples beneficios:

Es relajante: alivia la tensión muscular y promueve un estado de relajación profunda.

Reduce el estrés: al liberar la tensión acumulada, ayuda a reducir los niveles de estrés.

Mejora la circulación: estimula el flujo sanguíneo, lo que contribuye a la oxigenación de los tejidos.

Permite la liberación de toxinas: facilita la eliminación de toxinas del cuerpo a través del sistema linfático.

Equilibra los distintos sistemas: ayuda a regular los sistemas nervioso, circulatorio, digestivo, entre otros.

Revitaliza la energía: aporta una sensación de bienestar general y revitaliza los niveles de energía del cuerpo.

Actúa de forma preventiva: ayuda a prevenir enfermedades al mantener el cuerpo en equilibrio.