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Álvaro Valera (Sevilla; 1982) es uno de los mejores jugadores del mundo de tenis de mesa. Tiene una enfermedad neuromuscular degenerativa que no ha hecho más que convertirle en una persona imbatible.

"A medida que van pasando los años me voy debilitando un poquito. Me tocó un reto desde muy pequeñito. El deporte fue una de las herramientas para superar esta adversidad más importante que ha habido en mi vida", confiesa Valera.

"El tenis lo llevo en el ADN"

Su currículum deportivo es envidiable pese a su atrofia muscular. Este deportista paralímpico ha ganado todo lo que se puede ganar en tenis de mesa: la medalla de oro en los Juegos de Sydney 2000, ha sido campeón del mundo, de Europa, de España y plata en los Juegos de Londres 2012 y Río 2016.

"Antes de descubrir el tenis de mesa estuve coqueteando con diversos deportes, pero cuando probé el tenis de mesa me enamoró por completo. Además, me viene en la sangre, ya que vengo de una familia de tenistas y tenismesistas. Mi padre practicaba ambos y mis hermanas son tenistas, así que lo llevo en el ADN", señala.

"Ya desde el primer día me enganchó muchísimo"

Un deporte que lo descubrió por azar: "Con diez añitos comencé por casualidad a jugar con mis amigos en una mesa que había en la piscina, en un club que fomentaba. Ya desde el primer día me enganchó muchísimo".

El deporte le ha servido para "distraerme de todas las emociones negativas y me da un sentido, un camino, una dirección... y me aporta muchos valores".

Álvaro Valera, que compite con el Club Deportivo Tenis de Mesa Rivas, sólo tiene una cosa en su cabeza: "Ahora estoy trabajando muy duro para Tokio 2020 para revalidar, 20 años después, el oro de Sydney, quiero subir a lo más alto del podio y escuchar el himno".