A 3518 kilómetros de la captital y bañada por el mar Mediterráneo nos encontramos un país de tamaño que apenas duplica al de la Comunidad de Madrid y por el que han pasado otomanos, persas, fenicios, griegos, romanos... en una amalgama de culturas que consiguió que en los años 70 se le llegase a considerar como la Suiza de Oriente Próximo.
Sin embargo una cruenta y larga guerra civil asoló el país y cuando esta guerra, que duró 16 años, terminó y Líbano comenzó a recuperarse llegó otra guerra abierta entre la organización libanesa Hezbolá con el ejército israelí. A pesar de tanta guerra, este país ha sabido reconstruirse y renacer de sus cenizas para hacer crecer el turismo y mostrar al mundo rincones maravillosos.
Elena, madrileña del barrio de Hortaleza, llegó a Beirut para empaparse de la cultura de Oriente Medio y también porque encontró su media naranja. Nos recibe en plena fiesta del cordero, conocida también como la Pascua musulmana, y nos enseña la calle de las tiendas de lujo de Beirut. Tras la caída del Imperio Otomano en la I Guerra Mundial, Líbano quedó bajo mandato francés, de ahí que muchos nombres y el aspecto de las callejuelas tengan aspecto galo.
Visitamos la heladería de Hanna Mitr, un establecimiento que ha sobrevivido a todas las guerras y que presume de tener el mejor helado de pistacho del mundo.
Tras el refrescante tentempié nos acercamos a San Luis de los Capuchinos, una iglesia capuchinas de Beirut, situada en el centro de la ciudad.
Ejemplo de la mezcla de culturas y religiones, de la iglesia capuchina pasamos a ver una de las mezquitas más antiguas: Al Omarí fue destruída durante la guerra civil pero una mujer kuwaití sufragó sus restauración. Al Omarí se encuentra en la famosa calle Damasco, también conocida como la Línea Verde, y que servía de muro imaginario entre los barrios cristianos y musulmanes. 60 Kilómetros de calle que llevan hasta Damasco, en Siria.
De noche nos despedimos de Elena presenciando el Dabke, un baile popular en Oriente Medio y con mucha historia.
Francisco, un psicólogo del Parque de las Avenidas en Madrid, nos lleva a conocer Biblos, la ciudad más antigua habitada del mundo y conocida como la ciudad del papiro. De hecho fue una de las mayores productoras y exportadoras de papiro del mundo. Además, la palabra “biblia”, proviene de esta ciudad, pues la primera biblia se fabricó con el papiro proveniente de esta ciudad.
Impresionante es su puerto marítimo, también el más antiguo del planeta con más de 6000 años. Guarda la estructura original de lo que fue un importante centro comercial del Mediterráneo oriental en la época de los fenicios.
Nos paramos en Batroun, un pequeño pueblo costero donde encontramos una impresionante casa construida sobre un antiguo teatro romano. Salimos impactados de la mansión y nos deleitamos con una puesta de sol en la muralla fenicia, que se construyó para proteger la zona de los maremotos.
Alejandro, madrileño de Mirasierra, nos recoge en una furgoneta con mucha marcha y nos lleva a conocer un barrio musulmán suní y a la Universidad americana de Beirut que es donde él estudia, una de las más importantes del Medio Oriente.
Subimos en teleférico a ver el santuario Nuestra Señora de Harissa, un lugar de peregrinación no sólo para cristianos sino para todo tipo de religiones. Así, uno puede ver a cristianos y musulmanes rezando juntos.
Tras observar desde lo alto Líbano en su esplendedor, Alejandro nos lleva a La Corniche, el paseo marítimo de Beirut. Un lugar muy frecuentado desde donde se pueden observar magníficas puestas de sol.
Marta, madrileña de Chamberí, nos recibe en Sidón, una ciudad costera a 45 kilómetros al sur de Beirut. Empezamos el recorrido visitando las estrechas callejuelas de uno de los Zocos (mercadillos) más significativos de la ciudad. De ahí pasamos a ver uno de los elementos más conocidos de Sidón: su castillo. Construido por los cruzados en 1228 en una pequeña isla conectada al continente por una larga calzada de 80 metros.
De vuelta a Beirut, paseamos por una de las pocas playas públicas de la zona, donde separan la zona femenina de la masculina. En Líbano sólo se puede utilizar bikini en resorts privados. Salimos de la playa para observar la típica postal de Beirut: las famosas Rocas de Raouché. De roca caliza tienen una curiosa forma moldeada por el propio Mediterráneo. Nos paseamos en lancha por ellas.
Luego pasamos a la Bahía de la aceituna, un puerto de yates de lujo que contrasta con las partes arrasadas de Beirut. Entramos en la Mezquita Al-Amin, situada en la Plaza de los Mártires en el centro de Beirut. La mezquita de cúpula azul tiene una inspiración otomana, copiando la Mezquita Azul de Estambul.
Subimos a Beit Mery, un pueblecito colgado de la montaña y disfrutamos de las vistas que nos ofrece el monte Líbano. De vuelta pasamos cerca de uno de los barrios de Beirut azotados por la guerra civil: Sabra y Chatila, dos localidades donde se produjo en 1982 una matanza de palestinos residentes en los campos de refugiados a cargo de las falanges cristianas.
Nos despedimos desde lo alto del Santuario de la Espera, en Sidon donde, segun la Biblia, Jesucristo hizo su primer milagro. Es un lugar de peregrinación de miles de cristianos que además posee unas vistas privilegiadas de un bello país masacrado por la guerra.