Perpiñán | Archivo
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Pequeña pero bella, así es la ciudad de Perpignan en francés y Perpiñán en español situada en el sur de Francia y a ella recurrieron varios artistas como fuente de inspiración para muchas de sus obras.

Las vistas a los Pirineos, su clima templado, diversidad y el color rojizo de sus piedras, hace volar nuestra imaginación y por eso algunos grandes maestros de la pintura la consideran especialmente hermosa.

El pintor español Pablo Picasso fue uno de aquellos que se dejó seducir por la belleza de Perpiñán y fueron muchas sus estancias en la ciudad entre los años 1953 y 1955.

La antigua residencia de los condes de Lazerme en el casco histórico de la ciudad, y que más tarde se convirtió en el Museo Hyacinte Rigaud, acogió a Picasso en la mayoría de sus visitas durante este periodo y unos vídeos inéditos que muestran la vida del pintor en Perpiñán fueron el reclamo perfecto para los visitantes en la inauguración de este museo con la exposición ‘Picasso. Perpiñán. El círculo de la intimidad’.

Matisse, desesperado en la búsqueda de un estilo propio viajó hasta Periñán para más tarde continuar su travesía hasta Colliure llamada ‘la ciudad de los pintores’, un lugar lleno de color que impregna las paletas de muchos artistas.

Pero si hay un arista para el que Perpiñán se convirtió en el centro de su mundo fue Dalí ya que él mismo decía que en la estación de esta ciudad se le ocurrieron las mejores ideas de su vida.

“Siempre es en esta estación de Perpignan, que se me ocurren las ideas más geniales de mi vida. Allí también vi la tercera dimensión por su superposición de lentes parabólicas, como en un ojo de mosca”, afirmó el pintor.

Su llegada hasta aquí fue fruto de la casualidad ya que se vio con muchas dificultades para enviar varios cuadros suyos a Estados Unidos por lo que se desplazó hasta Perpiñán para intentar hacerlo desde aquí y al llegar a dicha estación se quedó maravillado. “La estación de Perpigan es el centro del universo “, dijo, y así lo plasmó en su obra ‘Estación de Perpignan’ de 1965.

Estación de Perpignan, Dalí | Archivo