San José, la isla más grande del mundo con una capacidad máxima de 40 personas
Un paraíso natural de selva virgen y animales salvajes
Sobrevolamos Panamá para dirigirnos a la isla de San José, en el archipiélago Las Perlas pero antes de poder viajar hasta allí, tenemos que realizarnos un test de antígenos ya que es un espacio libre de coronavirus.
Y para poder hacerse la prueba justo antes de coger el avión, se realiza directamente al lado del aeropuerto donde, tras obtener el resultado negativo, estamos preparados para dirigirnos a la isla.
Lo que más nos sorprende al ver la ciudad de Panamá desde arriba es la cantidad de grandes edificios que hay, por eso es la ciudad de América Latina que más rascacielos. Algunos de ellos, incluso, son más altos que la torre más alta de Madrid.
Otra cosa que nos llama la atención es la cantidad de embarcaciones que transitan el Canal de Panamá, por eso es considerada una área muy importante al acoger cada año a unos 12.000 barcos, con 450 millones de toneladas de carga.
Y vemos por fin San Jose, la isla privada más grande del mundo con 44 kilómetros cuadrados para una capacidad máxima de 40 personas y donde únicamente se encuentra el resort que acoge a los turistas, lo demás, es completamente virgen.
Al aterrizar, ¡fuera mascarilla! al ser un lugar covid free, algo a lo que ya no estamos acostumbrados, desafortunadamente.
'Hacienda del Mar' es el complejo establecido en la isla, con pequeñas construcciones independientes desde donde las vistas son impresionantes. Un auténtico paraíso de lujo y naturaleza donde pasar unas vacaciones de ensueño y poder disfrutar de las especies del lugar. El precio de una noche aquí oscila entre los 200 y los 400 euros.
Y si te gusta la ventura, qué mejor que disfrutar de la selva en un tour en quad por 75 dólares con el que llegamos hasta el mirador que en su origen era la torre de control de los americanos.
Una curiosidad, esta isla de San José fue propiedad de Earl Tupper, en inventor del tupperware hasta que en los años 80 tomaron el control los panameños para décadas después construir este complejo.
Finalizamos nuestra ruta en quar en 'Playa Esmeralda', con aguas turquesas y fina arena desde donde se vislumbra el 'Archipiélagos de las Perlas', formado por más de 200 islas y que recibe ese nombre porque en 1515 un esclavo africano allí una perla, una de las joyas más famosas de la humanidad que el regente de Panamá en ese momento, le entregó a Felipe II y fue pasando de reina en reina hasta que José Bonaparte la robó y fue vendida hasta que en 1969, se subastó en Nueva York y la afortunada en hacerse con ella fue Elisabeht Taylor.
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