En el sur de Baviera se encuentra el Palacio de Neuschwanstein, el mejor ejemplo de castillo de cuento de hadas que podemos ver en Europa. De hecho, Walt Disney se inspiró en él. Se trata del último castillo que mandó construir Luis II de Baviera y que se alza flotando sobre un desfiladero. Junto a otros dos palacios de Luis II, Linderhof y Herrenchiemsee, Neuschwanstein completa un conjunto conocido popularmente como “Castillos del Rey Loco”, declarado Patrimonio de la Humanidad.
Luis II de Baviera planificó personalmente este edificio de cuento de hadas con la ayuda, no de un arquitecto, sino de un escenógrafo. Lo imaginó como un gran escenario para recrear el mundo de la mitología alemana, inspirado por las óperas de su amigo Richard Wagner. A pesar de todo el dinero que invirtió el rey en su construcción, sólo llegó a residir en el palacio 170 días en toda su vida.