Vídeo: Redacción | Foto:Telemadrid
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Vianden es una comuna y villa al norte de Luxemburgo, que forma parte del cantón de Vianden. Su nombre proviene del galo y quiere decir 'rocoso'.

Esta ciudad fue importante durante la Edad Media y su fortaleza es de origen romano para defenderse de las tribus germánicas y es una de las más grandes al oeste del río Rin.

Los condes de Vianden, antiguamente, tenían un territorio tan grande como lo equivalente a todo Luxemburgo en la actualidad contando la zona que les pertenecía de Alemania, y construyeron este castillo entre los siglos XXI y XIV, pero cuando el condado dejó de tener tanta importancia, lo abandonaron.

Los condes de Vianden tenían a 250 personas trabajando para ellos

Una vez dentro de este castillo, accedemos a una gran sala de fiestas de estilo medioeval con muchas armaduras en los extremos de la habitación y una gran chimenea para recibir a las visitas porque, tal y como nos cuenta el guía de esta construcción, “ellos nunca estaban solos. Estar solos para ellos era estar en compañía de 30 o 40 personas”.

Lo más sorprendente es la cantidad de gente que tenía a su servicio el conde de Vianden ya que la cifra asciende a nada más y nada menos que 250 personas, todas ellas viviendo en el castillo lo que nos deja claro el tamaño de esta fortaleza.

Los tapices son un imprescindible en las estancias, o lo que ellos denominaban “alfombras de pared”, porque eran totalmente útiles para conservar el calor en las habitaciones en esa época.

Alrededor de este castillo, se construyó un circuito de defensa que los soldados frecuentaban para mantener la seguridad de los condes y preparar un ataque si fuese necesario. Por eso, tenían ahí mismo numerosas balas de cañones preparadas para ser usadas en caso de amenaza.

Otra de las estancias de este castillo, como no podía ser de otra manera, es un gran salón comedor donde se celebraban los banquetes.

Y en uno de los dormitorios principales vemos cómo conseguían mantenerse calientes en los días más fríos con un objeto parecido a una sartén con una tapadera con agujeros llamado brasero donde se metían las brasas, como su propio nombre indica, para luego pasarlos por debajo del colchón y subir así la temperatura. Un sistema muy utilizado.

Otra curiosidad la encontramos en una terraza cubierta donde iban los nobles a tomar el aire, pero sin que les diera el sol directamente porque estar bronceado en esa época, era característico del paisano al estar trabajando en el campo. Las vistas desde aquí son impresionantes.