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Desde que en primavera comenzaran las obras de remodelación de la calle Gran Vía, la arteria más emblemática de Madrid se ha convertido en un escenario difícil de transitar. Secuestrada por el ruido, los cortes de tráfico, los adoquines y vallas, conductores y peatones desorientados, turistas estupefactos y comerciantes indignados, esta semana Mi cámara y yo ha bajado a pie de obra para comprobar si la calle presenta una realidad más propia de un escenario de guerra.

Cuando el rey Alfonso XIII dio el piquetazo de salida a las obras de construcción de la Gran Vía, allá por 1910, no se imaginaba que un siglo después sería completamente levantada para sufrir una gran remodelación a lo largo de sus 1.3 kilómetros de longitud.

Hablamos con el responsable de este proyecto, el director de obra y técnico del Ayuntamiento de Madrid, Javier Nájera. Entre otras curiosidades nos cuenta qué se han ido encontrando bajo sus pies a medida que iban avanzando los trabajos, como los adoquines originales de la vía de los años 50.

Precisamente, el cronista de la Villa Ángel del Río nos recuerda los orígenes de esta arteria que se proyectó para cubrir la necesidad de comunicar dos zonas cada vez más frecuentadas de Madrid. Una obra faraónica que duró más de 30 años y para la que fue necesaria la expropiación y demolición de más de 300 viviendas allí construidas.

Con un presupuesto de 5’7 millones de euros, las obras actuales, además de ruido y polvo, están ocasionando más de un disgusto a negocios y comerciantes de la zona. Es el caso del parking ubicado en la Plaza de la Luna. Su encargado nos cuenta que ha pasado de estar completo a tener el 50 por ciento del aparcamiento vacío por culpa del cierre de su acceso principal desde finales de agosto. Unas perdidas en la caja de las que nadie, nos dice, se hará cargo. Como tampoco los ingresos que han dejado de percibir las terrazas u hoteles cercanos por las obras.

A algunos las obras les ha dejado tan descolocados que han perdido hasta su ubicación original. Como los tradicionales kioscos de prensa que salpicaban la Gran Vía. La ampliación de las aceras ha obligado a su desplazamiento. Un traslado muy complejo que requiere más maña que fuerza y una labor de coordinación exquisita para mover sus 8 toneladas de peso.

Lo cierto es que cada vez falta menos para que finalicen, pero también para terminar con la paciencia de los conductores. Y si no que se lo pregunten a los agentes de movilidad destinados a regular el tráfico en la plaza de España. A ellos le ha tocado la ingrata labor de desviar o, en el peor de los casos, cortar la circulación… un hecho que provoca más de un desaire entre los conductores que de repente se encuentran con esta situación y cargan contra los agentes, como nos cuentan ellos mismos.

Pero no todo son quejas, los vecinos que residen en la zona nos comentan que merece la pena todo este sufrimiento. Aseguran que la ampliación de las aceras, hasta 3 metros en algunos tramos, y la reducción de 3 a 2 carriles de circulación por sentido, redundará en beneficio de todos los madrileños.

Y es que a pesar de todo el follón, el espectáculo en la Gran Vía no cesa. Entre taladradoras y palets de adoquines nos encontramos con la glamurosa presentación de una de las series televisivas de la temporada: ‘La víctima número 8’. Una coproducción de la EiTB con Telemadrid y Globomedia a la que asistieron numerosas personalidades, que consiguieron llegar hasta los cines del Palacio de la Prensa, sorteando vallas y excavadoras.

Lo que es seguro es que aunque no vivan o trabajen por la zona les interesará saber qué pasará a partir del 24 de noviembre, fecha prevista para la inauguración de la nueva Gran Vía, en el corazón de la ciudad. El ayuntamiento nos cuenta cómo quedará la nueva área de prioridad residencial de la capital, o lo que es lo mismo, por dónde se podrá circular y por dónde estará prohibido, si se podrá aparcar o no, y cómo afectará a los dos millones de vehículos que cada día acceden a la capital.