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Estrés, contaminación y prisas han llevado a muchos madrileños a buscar un cambio de vida en la montaña, donde el ritmo es más pausado y la conexión con la naturaleza marca el día a día. Acompáñanos a conocer cómo es la vida de quienes han encontrado en las montañas su lugar ideal en Mi Cámara y Yo.

Íñigo y Sofía son ejemplo de ello: tras dejar sus trabajos en multinacionales, fundaron el hotel rural La Nabia en la Sierra de Gredos, un refugio con 12 habitaciones solo para adultos, vistas al Almanzor y precios entre 170 y 380 euros, ideal para quienes buscan tranquilidad.

Cuando la montaña se convierte en un refugio para huir de la gran ciudad

En la Sierra de Guadarrama, los “Álvaros” se dedican al mantenimiento de 2.300 kilómetros de líneas eléctricas, un trabajo duro que realizan colgados de arneses y enfrentando las inclemencias del clima para garantizar el suministro en la región.

Juan Carlos, por su parte, combina su empleo en la industria farmacéutica con su pasión por pastorear. En Guadalix de la Sierra cuida de más de 100 ovejas, una labor sacrificada que realiza por vocación y que, asegura, no cambiaría por nada.

La montaña también inspira historias de superación, como la de Carlos Soria, el alpinista nonagenario que sigue marcando hitos.

Además, desde las 34 torres de vigilancia forestal de la Comunidad de Madrid, situadas en puntos estratégicos, los vigilantes combaten los incendios, especialmente entre junio y septiembre, cuando el riesgo es mayor.

Para los hermanos de la Hípica Los Ciruelos, la montaña es su vida. Organizan paseos a caballo por los parajes de Guadarrama por 20 euros la hora, y afirman que no cambiarían esta conexión con la naturaleza por un empleo en la ciudad.