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Todavía quedan en el casco urbano de Madrid pequeños oasis de casitas bajas que aúnan la tranquilidad del pueblo con las ventajas de la gran ciudad. Son colonias de viviendas nacidas bajo la Ley de Casas Baratas de 1911, una normativa que promovió la construcción de residencias dignas para trabajadores, en lo que por entonces eran las afueras de la Villa. Funcionarios, carteros, músicos, militares o periodistas encontraron así hogares que con el tiempo olvidaron su origen humilde para convertirse en lujosas moradas que hoy superan en muchos casos el millón de euros. Seguro que has pasado por alguna de ellas sin saber que estás ante una de las últimas colonias que quedan en Madrid.

Nuestra primera parada es la Colonia Albéniz, también conocida como la colonia de los músicos. Nos citamos con la responsable de una inmobiliaria que se dedica exclusivamente a este tipo de viviendas, también llamadas "hotelitos". De su mano conocemos a Nancy, una propietaria que tardó cuatro años en conseguir aquí una casa, que después reformó y que ahora, tras vivir con sus hijos en ella durante mucho tiempo, ha decidido ponerla en alquiler por 5.000 euros al mes.

Pegada a la calle Príncipe de Vergara encontramos la colonia Cruz del Rayo, todo un paraíso que nos permite realizar un viaje en el tiempo. José María Ezquiaga, decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, nos cuenta su historia y la del resto de estas emblemáticas colonias levantadas antes de la Guerra Civil. El objetivo era construir casas baratas, pero con las medidas higiénicas necesarias para garantizar la salud de sus ocupantes. Son viviendas hoy en día protegidas y que, en caso de reforma, deben mantener sus elementos originales e incluso recuperarlos.

El Viso y Moscardó, las más conocidas

Justo cruzando la calle, y frente a Cruz del Rayo se encuentra la que quizá es la colonia más conocida por todos: El Viso. Una zona construida como hogar para los funcionarios de la época, pero que desde los años setenta empezó a revalorizarse hasta el punto de ser hoy en día el barrio con la renta per cápita más alta de toda España y del que pocos podrían sospechar su origen histórico y humilde allá por los años treinta.

En una zona mucho más modesta, en el distrito de Usera, resiste la Colonia Moscardó. Con apenas 40 m2 estas casas empezaron a levantarse en 1925. Aquí visitamos a Antonio, de 86 años, que durante décadas fue el lechero de la colonia y ha vivido toda su transformación. Con él recorremos el barrio, conocemos a otros vecinos e incluso vemos vestigios de la Guerra Civil, pues la colonia Moscardó fue frente durante la contienda.

La siguiente parada es la Colonia de los Carteros. Situada en la zona de Ventas y junto a la M-30, se levantaron sobre un antiguo huerto de guindos 50 casas bajas como residencia para el gremio de los carteros. De ahí el sobrenombre de La Guindalera.

La mayoría de ellas tenían tres o cuatro habitaciones pensadas para familias numerosas, aunque en el caso de la Colonia militar de Arroyo Meaques, hoy más conocida como Colonia Jardín, los tamaños variaban, según el rango del trabajador. A más rango, más habitaciones. Eso sí, además de ser militar era imprescindible estar casado para poder optar a una de estas casas. En una de ellas, cuatro décadas después, sigue viviendo Paco, un militar retirado que paga un alquiler bajo al Estado por su casita unifamiliar con patio. Unas viviendas situadas en el límite entre el barrio de Campamento y el municipio de Pozuelo de Alarcón, que hoy en día ya no son exclusivas para personal militar, pues el Estado decidió hace años liberalizar muchas de ellas y sacarlas a la venta.

Y seguro que nuestra última visita les ha llamado la atención. Desde la avenida de los Poblados se puede observar un curioso arco de entrada a un paraíso muy diferente a los edificios que lo rodean. Es la Colonia de la Prensa en Carabanchel, un barrio para periodistas, escritores y fotógrafos, que nos enseñan dos vecinos de toda la vida, y cuya primera piedra la puso en 1913 el mismísimo rey Alfonso XIII.