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Tras muchos debates, no exentos de polémica y opiniones para todos los gustos, el pasado 30 de noviembre entró en vigor una de las medidas más controvertidas de los últimos años: el cierre al tráfico del centro de Madrid con el objetivo de reducir la contaminación en la ciudad. Bruselas llevaba avisando hace varios años que, en caso de no mejorar la calidad del aire, altamente contaminado, la ciudad se enfrentaba a una sanción millonaria. ¿Saben que cada año mueren 4’5 millones de personas en el mundo a causa de la contaminación atmosférica? En España, 15.000. Nuestra reportera Paz Llamas ha cogido la cámara para comprobar a pie de calle cómo han acogido los madrileños esta propuesta antes, durante y después de su puesta en marcha.

Lejos de lo esperado, bien por desconocimiento o por miedo, el número de vehículos que circularon el primer día por Madrid Central fue muy bajo. Curiosamente, el atasco estaba en la acera de la Gran Vía, abarrotada de periodistas, viandantes y curiosos que no quisieron perderse tan histórico día para la ciudad.

Dentro de las 472 hectáreas que abarca esta área de bajas emisiones, unas 30.000 empresas se han quedado dentro. Algunas de ellas aún no saben cómo afectará la medida a su negocio. José María lleva desde los 14 años al frente de un comercio que abrió su bisabuelo en 1875, en el barrio de Malasaña. Dedicado a la restauración y limpieza de objetos de bronce y otros metales, nos cuenta que desde la entrada en vigor de Madrid Central el número de clientes ha bajado notablemente. Además, como el resto de comerciantes, sólo dispone de 10 autorizaciones para todo el mes. “A este paso voy a tener que cerrar el negocio, yo no vivo con 10 clientes”. Un caso similar al de Isabel, que lleva más de medio siglo regentando una tienda de muebles en la calle Sombrerería. Al descenso de las ventas, añade otro problema: en unos meses tendrán que renovar las furgonetas de reparto, pero la realidad es que aún ni siquiera existe en el mercado un vehículo eléctrico de las dimensiones que necesitan para transportar sus muebles.

Precisamente los repartidores también están en pie de guerra. Acompañamos a Julio, que diariamente distribuye embutidos a hoteles y comercios del centro. Nos confiesa que les han restringido el horario de reparto hasta el mediodía y lo que es peor, dentro de un año ya no podrá circular con el camión que conduce ahora. Lo tendrá que sustituir por uno eléctrico, mucho más caro y encima con menor autonomía.

Cierto es que tras la nueva normativa, la demanda de plazas de garaje en el centro se ha disparado, y con ella los precios, han subido un 20 por ciento en la zona. ¿Y en los garajes subterráneos? Nos acercamos al situado en la calle Barco. Su responsable nos confirma que los abonos han pasado de costar 180 a 250 euros y aún así no hay ninguno disponible. Además, necesitan instalar un sistema que conecte la entrada de los vehículos en su parking con las futuras pantallas que el ayuntamiento instalará en los accesos a Madrid Central. Una inversión obligatoria con la que no contaban cuando hace un año ya tuvieron que costear de su bolsillo la implantación de un sistema lector de matrículas.

Pero los comercios y negocios no son las únicos que se han quedado cercados por Madrid Central, ¿qué ocurre con los niños que estudian en alguno de los 32 colegios que se encuentran dentro del perímetro cerrado al tráfico? Seguro que recuerdan las protestas de muchos padres este verano por denegarles el acceso al centro al no ser residentes. Gema, una madre de dos pequeños de 8 y 12 años, nos cuenta que ni se le pasó por la cabeza cambiarles de colegio. El motivo, ser el más cercano a casa de sus padres, cuya ayuda es fundamental para poder seguir trabajando y criar a sus hijos.

Por cierto, ¿quieren saber cuántos coches entran en Madrid cada día? Un millón de vehículos. Sólo por la carretera de Extremadura, unos 120.000. Un tráfico denso al que en breve habrá que sumar los pasos de peatones y semáforos instalados en varios puntos de esta vía y que empezarán a funcionar en enero. Acompañamos a José Luis, vecino de Alcorcón, en el recorrido que tiene que hacer cada día para ir a su puesto de trabajo. Se levanta a las 6h de la mañana para poder llegar a Nuevos Ministerios a las 9, aunque cree que a partir de ahora ni eso será suficiente porque calcula que los atascos se van a triplicar.

Según el ayuntamiento, desde el 30 de noviembre ha aumentado casi en un 5% el número de viajeros en los autobuses de la EMT y un 20% los usuarios de Bicimad. Pero, ¿qué pasa en la red de Metro? Los usuarios se quejan de que hay menos trenes, los vagones van abarrotados y el tiempo de espera entre un convoy y otro ha aumentado.

Son muchos los que señalan que, a pesar de Madrid Central, la gran boina de contaminación sigue coronando la ciudad. ¿Creen que será suficiente la recién estrenada medida para mejorar la calidad del aire que respiramos? ¿Adónde se ha desplazado el tráfico que antes atravesaba el corazón de la ciudad? ¿A cuánto asciende la multa si circulan con un vehículo antiguo o no llevan la etiqueta ambiental? ¿Quieren saber qué soluciones han adoptado otras capitales europeas?