Las fronteras de Madrid, como las del resto de provincias españolas, se mantienen prácticamente inalterables desde la división del territorio fijada en 1833, durante la regencia de María Cristina. Esos límites madrileños conforman un perímetro de 648 kilómetros que nos separan de Guadalajara, Cuenca, Toledo, Segovia y Ávila. Algunas fronteras responden a barreras naturales como la sierra de Guadarrama y otras las cruzamos sin apenas darnos cuenta. Mi cámara y yo descubre historias y curiosidades 'En la frontera con Madrid'.
En la estrecha prolongación madrileña que se adentra en la provincia de Toledo, más cerca ya de la capital castellano manchega que de la madrileña, se encuentra la estación de tren de Algodor. Cerrada desde la inauguración del AVE, en el poblado ferroviario que surgió a su alrededor todavía residen una quincena de familias. MCY conoce cómo es la vida en ese territorio fronterizo donde parece haberse detenido el tiempo.
Con otro habitante de la frontera, Fabián, MCY aprende el significado de Jarama que en árabe quiere decir precisamente frontera, la que marca el río entre Guadalajara y Madrid. En Casarrubios del Monte (Toledo), nos damos cuenta de que los límites provinciales son muchas veces inapreciables. Ignacio, instructor de vuelo, está acostumbrado a pasar de Toledo a Madrid sin salir de la pista de aterrizaje del aeródromo donde imparte sus cursos. Con él, MCY contempla desde el aire algunas de las fronteras de Madrid.
Y en La Lastra, aldea abandonada de Ávila que perteneció al municipio madrileño de Santa María de la Alameda, MCY vive una experiencia fronteriza inusual, en compañía de un grupo de investigadores de fenómenos paranormales.