Cada vez son más los madrileños que elijen volver al pueblo para pasar sus vacaciones. Tengamos o no una aldea a la que escapar, buscamos en localidades cercanas un lugar donde pasar gran parte de nuestro tiempo de ocio, descanso y disfrute. Tanto que los pueblos de la Sierra de Madrid triplican en estas fechas su población. Esta semana nuestro reportero Pablo Dorado ha cogido su cámara para mostrarnos algunos de los mejores planes de verano en "Todos al pueblo".
Acompañamos a una familia recién llegada a Miraflores de la Sierra, localidad en la que Juan Carlos, el padre, nació. Aquí acuden cada año en cuanto sus dos hijos acaban el colegio, para pasar entre la piscina y la terraza, los dos meses de verano. Un lugar de escape cerca de Madrid donde desconectar y recordar viejos tiempos. A 56 km. de la capital, Miraflores de la Sierra era uno de los lugares favoritos de la burguesía madrileña en el siglo pasado para veranear. El municipio pasa de 6.000 a 18.000 habitantes en julio y agosto. Un considerable aumento de población que acusan los vecinos, y por supuesto, los negocios locales que tienen que adaptarse a una demanda muy diferente a la de su tranquilo invierno.
Para los que no tienen casa propia en el pueblo, la opción es el alquiler. A estas alturas es un milagro encontrar algo disponible y asequible, pues el alquiler vacacional también ha notado la subida de los precios. Acudimos a la firma de un alquiler para estos dos meses. Comprobamos que el piso que se alquila en verano por 1.150 euros al mes, está a 450 durante los meses de invierno.
Y si hay unas fechas en las que los pueblos están a rebosar, es justo cuando celebran sus fiestas patronales. En Aldea del Fresno lo saben bien, pues duplican su población, y el alcalde y sus trabajadores se preparan a conciencia para lograr que todo salga perfecto. Con más de 10.000 euros de presupuesto para sus fuegos artificiales, vivimos una de las verbenas estivales más típicas de Madrid. Sus fiestas son las primeras de la comarca.
Otra forma de regresar al pueblo es alojándose en una casa rural. Nos acercamos a Horche, en Guadalajara, donde Pilar regenta desde hace 22 años una antigua finca de árboles frutales reconvertida en un paraíso para los que vienen de la capital. Entre gallinas, burros, cabras y huertos, los huéspedes disfrutan del campo y del relax que les concede la naturaleza y el tiempo de ocio.
Aunque si hay una cita imprescindible en verano, ésta es la Noche de las Velas de Pedraza. Durante los dos primeros sábados de julio, y desde hace 27 años, esta localidad segoviana ilumina sus calles únicamente con velas para sumarle aún más encanto al pueblo medieval mejor conservado de España. De sus 88 habitantes, en cada una de estas noches, pasan a más de 5.000. Una afluencia de gente que no todos sus vecinos reciben con la misma alegría, pero que sin duda se convierte en un ejemplo de la magia que puede suponer veranear en los pueblos. Un pueblo que, debido a esta cada vez más conocida celebración, se ha visto obligado a limitar su aforo esas dos noches.