Tu móvil te vigila, ¿por qué tus datos tienen tanto valor?
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Este domingo (21:30) en 'Mi cámara y yo' os mostramos cómo y por quiénes estamos siendo vigilados
Sandra Lázaro
Apago la alarma y respondo a los WhatsApp que la noche anterior había dejado almacenados. Todavía, con la luz apagada, reviso una a una las notificaciones de las redes sociales que más utilizo. Es jueves, aunque bien podría ser viernes: la vida de una ‘centennial’ siempre amanece entre pantallas.
Los 'centennials'
La Generación Z o centennial es la generación posterior a los millennials. Comprenden a los jóvenes que nacieron entre 1995 y 2015. Su vida está marcada las tecnologías, son nativos digitales.
Fuente: Agencias
Antes de levantarme de la cama duermo 5 min más con el móvil bajo la almohada. Enciendo la linterna del smarthphone para llegar hasta la lámpara. Después, hago café.Mientras desayuno leo las noticias en Twitter y veo los #hastag que son tendencia. Miro Facebook; mi madre siempre me menciona en sorteos. Me voy a la ducha y pido a Alexa una canción alegre, mi ‘mood’ del día.
Elijo la ropa que me voy a poner, pero antes miro el tiempo en una App. Fuera no llueve sin embargo, mi móvil dice que sí: lloverá.
Miro conjuntos en Pinteres
t: Chaqueta y pantalón corto. Antes de bajar a la calle reservo una bici eléctrica cercana a casa. En este trascurso de 2 minutos, una llamada entrante. No cojo. Pocas veces llamo por teléfono-una extraña fobia- prefiero notas de voz.
Ayer compré una camiseta online. Pongo el GPS. Voy a la tienda. La recojo. Paseo por las calles de Madrid, en septiembre tienen siempre un extraño olor a nostalgia, este año más. Lo fotografío, lo posteo y lo titulo: “Perspectivas”.
Quedo con mis amigos en un mítico bar de La Latina, a Siri le parece bien. Nos hacemos un selfie con filtro, miramos el menú QR, nos pagamos con Bizum. Entre tanto, un nuevo match en Tinder. El amor también a la carta.
Vuelvo a casa. Escuchando mi programa favorito en streaming. Saludo al portero. Pido cena a domicilio a través de una app, mientras tanto, escribo poesía. Sí, también en el móvil.
Mi día a día es el de muchos otros jóvenes. Los españoles dedicamos una media de 3 horas y 51 minutos al teléfono móvil, según un estudio. Además, 3,7 millones de españoles aseguran que son incapaces de estar más de una hora sin consultar el móvil, según dicho estudio.
Ahora mismo, en este instante, alguien está desbloqueando el móvil para escribir un mensaje. Aceptando las cookies que la misma aplicación exige al ser descargada. Regalando sus datos a las diferentes empresas.
¿Por qué nuestros datos tienen tanto valor?
Sirven para enviar la publicidad orientada al perfil y, a su vez, personalizar la oferta informativa. Incluirnos, a su vez, en el envío masivo de publicidad o vender esta información a empresas.
¿Qué es una cookie?
Una cookie es un archivo creado por un sitio web que contiene pequeñas cantidades de datos y que se envían entre un emisor y un receptor.
Datos
De esta manera es un algoritmo quien decide qué vemos a través de nuestras pantallas. Uno de los ejemplos más recientes es el de la red social TikTok, a principios de año, la empresa de seguridad CheckPoint descubrió varias vulnerabilidades críticas que expusieron los datos de millones de usuarios.
De esta manera, todo lo que está en el ciberespacio y en el espacio radioeléctrico, queda grabado y registrado. Como asegura Pedro Baños, especialista en Geoestrategia, Seguridad e Inteligencia en una entrevista para Onda Madrid: "En el momento que tienes cualquier dispositivo electrónico puedes estar totalmente controlado y vigilado".
Incluso con los móviles apagados y con la localización desconectada, equipos técnicos avanzados pueden espiarnos o grabarnos. Gran parte de la sociedad es consciente de estos peligros y, no solo no se preocupa, si no que lo acepta. “Si no estás en estas redes, estás excluido del grupo social”, afirma Fernando Ortega, un joven de 23 años.
Ahora que los amigos se miden en followers y la comida se degusta en likes; “la gente convierte su vida en un escaparate y no les importa. Hace un año desinstalé Instagram de mi móvil, todavía algunos amigos se asombran de que pueda vivir sin subir nada”, afirma.
El Gran hermano del que hablaba Orwell sigue mirando a través de las pantallas, puede que vivamos en un mundo feliz.