Martín lleva a mucha honra ser ‘lañero’ o ‘lañador’. Nos cuenta que antes había unos 10 en toda España, pero que ahora sólo queda él.
Acompañado de su rudimentaria caja de herramientas y un cubo con fuego, anuncia su llegada a los pueblos con su voz para que los vecinos salgan a la calle con los objetos que quieran reparar.
Desde la varilla de un paraguas a ollas, cacerolas, pucheros o una antigua palangana de cerámica.
Unos arreglos que hace en el momento y sin necesidad de guantes y lo que es mejor, por tan sólo unos céntimos de euro.