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Recorrer cada rincón del patio del museo Sorolla es viajar en el tiempo hasta principios del siglo XX, es imaginarse al pintor de la luz retratando a su familia en la intimidad, es aislarse del ritmo frenético de la ciudad.

Poco o nada iba a imaginar Sorolla que un siglo después este patio tan querido para él se llenaría de curiosos que hacen horas de cola para poder visitarlo. El increíble jardín es creación del propio artista, aquí no solo disfrutaba de su familia y amigos sino que además fue fuente de inspiración para muchos de sus cuadros.